24 febrero 2012

Más Drabbles


Tema: 3. Reglas
Rating: G
Palabras: 425
Resumen: DBSK acaba de llegar a Japón, sin conocer el idioma ni el país.
Disclaimer: La última vez que miré seguían sin pertenecerme. Y sí, esto sigue siendo ficción.
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3. Reglas



No está permitido. Ambos lo saben, pero les da igual, aun por diferentes motivos. O quizás por el mismo, porque en el fondo, muy en el fondo, se parecen. Pero saber que está prohibido no es más que un aliciente, algo que desafiar en ese mundo de reglas estrictas e idioma extraño.

A Changmin le cuesta más decidirse. Es más cauto, o simplemente menos impulsivo. Pero cuando toma una decisión nada puede echarlo atrás, especialmente si esta concierne a su soulfighter.

Con Jaejoong siempre es más fácil. Es tenaz y determinado, o tal vez sólo ignorante, y nunca le preocupan las consecuencias de sus actos. Está acostumbrado a lidiar con ellas. Y si encuentra alguien que secunde sus planes nada se puede hacer para persuadirlo de lo contrario.

Juntos son una fuerza imparable que ninguno de sus compañeros se atreve a interceptar. No cuando todos se han visto involucrados en alguna ocasión y saben el desastre que generan. Yoochun se limita a disfrutar del espectáculo, de lejos, mientras Junsu los ignora. Y Yunho los fulmina con la mirada y niega con la cabeza, a sabiendas de que maquinan algo, pero no pregunta. La ignorancia es un país tranquilo al que le gusta escaparse en momentos así.

Cuando el manager los manda a dormir ambos salen disparados hacia sus respectivas habitaciones, obedientes. En Changmin no es del todo extraño, pero en Jaejoong resulta tan inusual que todas las miradas se clavan en él. Pero no le importa. Sólo sonríe ante la perspectiva de una noche inolvidable, y el resto... el resto no importa.

No es hasta varias horas más tarde que vuelven a encontrase, en ese mismo salón, iluminados sólo por la luz de las farolas y de la luna. Ambos se miran y sonríen nerviosos, y observan a su alrededor, atentos a cualquier ruido, pero la casa entera duerme. La noche es sólo de los dos y el alba queda aún muy lejana.

Alcanzar la puerta de entrada les lleva apenas un suspiro, y escabullirse al exterior es casi un juego de niños. Cuando al fin pisan la calle apenas pueden creerlo. Echan a correr, y respiran, y ríen como borrachos... Los neones los llaman a gritos y se detienen observando cada cosa distinta a su Corea natal. Y vuelven a reír y reír y reír sin más.

No les preocupan las consecuencias, ni lo que pueda ocurrir mañana. Porque por una noche el mundo es suyo para gastar todo lo que puedan de esa libertad robada.





Tema: 4. Café
Rating: PG-13
Palabras: 415
Resumen: Una mañana cualquiera en DBSK!house.
Disclaimer: No he podido todavía secuestrar a ninguno, así que no me pertenecen. Y como no los conozco todo lo que puedo contar de ellos es pura ficción.
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4. Café




Coge la taza con las dos manos, siempre con las dos, el asa hacia afuera. La acerca a su rostro, despacio, y deja que el humo le lleve el aroma a café recién hecho, esparciéndose en oleadas de necesidad y anhelo. Lo desea, del mismo modo que un animal hambriento se siente tentado por el olor a comida, pero se contiene. Castigo y placer mezclándose, mientras sus sentidos despiertan.

Cierra los ojos e inspira profundo, el vapor colándose a través de sus poros y su olfato. Y los labios se tensan, leve y casi imperceptiblemente, en un amago de sonrisa que no llega a serlo, incontenible y genuino.

Como siempre no puede reprimir el gesto de su lengua, asomando a la comisura, ni el rastro de saliva que deja sobre esos labios, pura anticipación ante lo que, por ahora, es inalcanzable. Pero aún no es el momento. Un segundo, sólo uno más, el tiempo que tarda en volver a tragarse ese intenso y atrayente aroma, en llenarse y fundirse en él hasta ser incapaz de pensar nada más.

Es entonces, sólo entonces, cuando su boca se posa en el borde de la taza. Y bebe. Y gime ante el placer consentido. El café chocando contra sus labios dispuestos, el sabor inundando su lengua, el paladar completamente extasiado. Se aparta un instante mientras traga ese primer sorbo, y su nuez se mueve arriba y abajo, una gota olvidada pendiendo en sus labios...

La captura antes de volver a acercarse la taza. Otra vez cierra los ojos al tiempo que el café se desliza a su interior, despertando, calentando. Los tendones de su cuello se marcan al compás de cada trago, mientras la piel de su pecho desnudo se contrae.

Ya no para hasta llegar al final, hasta que la taza queda completamente vacía, apenas un surco de azúcar no disuelto en el fondo. Le gusta dulce, muy dulce, quizás para compensar. Y entonces abre los ojos y los clava directamente en él, mientras su sonrisa se vuelve completa, satisfecha y agradecida.

No se acerca, no hace falta, y Jaejoong lo prefiere así. Ese gesto es más que suficiente. Porque sólo por esa sonrisa se esmera cada mañana en preparar el café exactamente como a Changmin le gusta.

Y porque, si se acercara, descubriría la inapropiada erección que le genera cada maldito desayuno. El poder que ejerce sobre él. Algo que, su despiadado maknae, no debe conocer nunca.

15 octubre 2011

Drabbles


Tema: 1. Inicio
Personajes/Pareja: JaeMin
Rating: PG-13
Palabras: 571
Advertencias: Angst
Disclaimer: Ya me gustaría conocerlos personalmente y saber lo que hacen, pero no. Esto es ficción. Y ellos se pertenecen a sí mismos.
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1. Inicio




Está quieto, en silencio, mirando sin ver. La vida fluye allá abajo, iluminando la noche entre neones y letras brillantes, entre coches y personas que ríen con facilidad. Pero no puede verlas ni oírlas, aislado en ese décimo piso que bien podría ser una galaxia lejana, donde no hay luces, ni sonidos, ni personas... Donde las risas se antojan extrañas, desconocidas, completamente ajenas a él, como si jamás las hubiese experimentado por sí mismo.

Pero no le importa. Sólo es un número más en la lista de cosas que ha perdido, lejos, muy lejos de esos primeros puestos por los que daría la vida. Jaejoong es consciente de que si sigue respirando es porque no tiene control sobre sus pulmones, ni puede dominar los latidos de un corazón que se obstina en seguir golpeando su pecho, constriñendo, castigando. Un corazón que mucho tiempo atrás dejó de ser suyo, que dividió en cuatro partes y entregó gustoso sin pararse a pensar en el incierto futuro.

No dejó una parte para sí, aunque fuese pequeña. Una parte que le permitiese aislar su interior del mismo modo en que había aislado su cuerpo. Una parte a la que poder aferrarse para dejar de pensar y de sentir. Donde olvidar, olvidar, olvidar...

Lo peor es que, si regresase al pasado, volvería a hacerlo. Porque arrepentirse de lo mejor que ha tenido en la vida sería como negar su existencia. Y eso lo mataría con más eficacia que cualquier veneno. Si es que se puede decir que ese guiñapo que apenas se tiene en pie, parado frente al inmenso ventanal de ese hotel sin nombre, sigue vivo.

No puede soportar tenerlos lejos. Duele, perfora, destruye. Lo convierte en un ser irracional, una sombra de quien fue. Confuso, perdido, incapaz de avanzar o retroceder, o tan siquiera de mostrar emoción. Porque si deja salir todo lo que fluye en su interior no habrá marcha atrás, todo será real, irrevocable, devastador... todo habrá terminado.

Y él no puede ponerle un final a lo que siente, a lo que es.

A lo que han sido...

La melodía del móvil se burla de él desde la cama, llevándose el silencio con ese ‘Proud’ que lo atraviesa. Jaejoong deja que las piernas cedan ante su peso y cae al suelo ante la voz de Changmin, armonizando sobre esa letra que él mismo compuso. Esa que salió sin ser planeada, casi sin darse cuenta, directamente de un corazón que necesitaba expresarse.

Y el silencio no es lo único que se rompe con la canción. Jaejoong grita. Se muerde el labio inferior para dejar de hacerlo pero no es suficiente. Vuelve a gritar, ronco, desgarrado, mientras sus puños golpean el suelo, incapaces de alcanzar lo que quiere golpear de verdad. El verso “Si estamos juntos definitivamente podemos superarlo todo” se clava y se retuerce en su pecho, sin dejar rastro en su piel, pero destrozando con la misma efectividad...

Necesita aire, necesita calor para dejar de temblar. Los necesita a ellos...

La melodía se interrumpe y la suple el silencio, pero ya no sirve para devolverle una paz que nunca sintió realmente. Jaejoong se deja caer de espaldas, sobre la madera del suelo, temblando, sabiendo que no podrá parar.

Su agonía no va a tener fin. No hasta que vuelva a tenerlos.

Eso no es más que el inicio.





Tema: 2. Lluvia
Personajes/Pareja: JaeMin
Rating: PG-13
Palabras: 372
Advertencias: Angst
Disclaimer: Ficción y bla bla bla...
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2. Lluvia




Corre. Corre con todas sus energías, con todo su ser. Corre como si de ello dependiese su vida o la de alguien más. Un pie delante del otro, las uñas clavándose en las palmas de sus manos, muda muestra de la rabia que lo llena.

Huye. Sabe que no puede escapar, pero lo intenta. El sudor cae por su rostro, semioculto por la capucha, mientras esquiva árboles y personas, farolas y animales. Sus músculos gritan, pidiendo el descanso que después de tres horas precisan, pero Changmin los ignora. No quiere parar. No quiere pensar.

Se ahoga. Su pecho quema como si se hubiese tragado un cigarro encendido, y su garganta se cierra ante las úlceras que genera. Abre la boca, intentando acaparar todo el aire, pero se le escapa. Y Changmin sabe que ni una bombona de oxígeno lograría calmar sus pulmones, porque lo que siente nada tiene que ver con el ejercicio.

Duele. De un modo que no es físico y que no se puede calmar con ningún remedio. Duele hasta la última partícula invisible que compone su alma. Y aniquila, venciendo unas defensas que jamás existieron. No para él. No para ellos.

Y lo odia. Odia ser tan vulnerable, tener tan poco control sobre su propia persona. Odia estar tan devastado por dentro. Y quiere odiarlos a ellos...

No puede. Por mucho que corra y maldiga cada paso no puede. Por mucho que se aleje de ese apartamento, ahora vacío, no puede. Porque sus malditos sentimientos siempre lo esperan al final del camino, volviendo inútil la huida. Burlándose, despreciándole.

Corre. Aprieta más los puños e intenta acelerar, ahogar hasta el último de sus estúpidos pensamientos. Pero las piernas ya no responden a sus órdenes. Tropieza con la raíz de un árbol y cae de rodillas, y se maldice, y aprieta los dientes con fuerza brutal. Y vuelve a maldecir en silencio mientras sus ojos se revelan también, quitándole por completo su férreo control.

Y en ese instante comienza a llover. Lluvia fina que se mezcla con la tierra bajo sus manos, con el sudor de su rostro. Con sus lágrimas.

Y por primera vez es consciente de que en esa ocasión Jaejoong no va a estar para calmarlo.