26 septiembre 2010

Epílogo (Recursos de la mente)


Epílogo




Jaejoong observaba cuidadosamente, aun recostado sobre la cama, como Changmin se subía los pantalones vaqueros que había llevado puestos en el momento en que había irrumpido en el piso. Por supuesto, consideraba que era casi un delito que volviese a tapar ese cuerpo bajo la ropa, pero aun así lo disfrutaba enormemente, porque por primera vez en mucho tiempo no tenía que reprimirse y apartar la vista, sino que podía deleitarse con cada uno de sus músculos, con cada poro de su piel, y podía imaginar lo que le haría la próxima vez que lo tuviera desnudo y completamente entregado. O demandante, como había sido en esa ocasión.

Realmente no le importaba cómo, ni dónde, lo que importaba era que volviese a suceder, y él se encargaría de que así fuese. Y podía apostar a que Changmin no pondría objeciones a este hecho...

En serio, ¿Cómo podía haber estado tan ciego? Que no se hubiese dado cuenta de lo que Changmin sentía tenía un pase en la actualidad, porque su mente había estado demasiado ocupada con sus propios temores como para percatarse de nada más. Pero que no lo hubiese visto en el pasado, cuando se supone que estaba en plenitud de facultades... no tenía perdón.

Claro que si lo hubiese sabido en su momento no tenía ni idea de cómo hubiese reaccionado. Seguramente se hubiese sentido incómodo, sin saber cómo actuar con su dongsaeng, o habría acabado gritándole y peleando con él para que entrase en razón, o... no sabía. Pero las cosas no hubiesen acabado de ese modo, estaba seguro...

O tal vez sí. Al fin y al cabo Changmin siempre había sido su debilidad, y podía ser realmente persuasivo si se lo proponía. Y Jaejoong hubiese odiado no ver más esa sonrisa genuina en su cara por su culpa...

Sonrió ante ese pensamiento, complacido por el resultado final de toda esa situación tan surrealista. ¿Quién podría haber imaginado que las cosas terminarían así? Él, desde luego, no.

—¿Puedes dejar de sonreír como un idiota y levantarte de una vez? —preguntó su dongsaeng, girándose hacia él, mientras se echaba el jersey por encima del hombro izquierdo sin molestarse en ponérselo—. Tengo hambre.

Jaejoong bufó, poniendo los ojos en blanco, pero aun así la sonrisa no se borró de su cara.

—Tu romanticismo esa abrumador —respondió, sentándose sobre la cama.

—Seré todo lo romántico que quieras cuando tenga el estómago lleno —replicó Changmin, sonriendo a su vez—. Te recuerdo que no he cenado, y que nuestro pequeño ejercicio nocturno no es precisamente el remedio contra el hambre, sino un medio para incrementar la sensación —se agachó para recoger la camiseta y el pantalón de Jaejoong, que estaban desperdigados en el suelo, y añadió—. Además, Yunho debe estar preguntándose si nos hemos matado, y Yoochun y Junsu se lo estarán pasando genial a su costa.

La mención de sus compañeros hizo desaparecer por completo la sonrisa del rostro de Jaejoong. No había dedicado ni un solo segundo a pensar en ellos, pero ahora que lo recordaba los había dejado con la mesa a medio preparar y la cena enfriándose en la cocina, y ni él ni Changmin habían dado explicación alguna de su repentina salida hacia los dormitorios.

Y lo que era peor, con el escándalo que habían hecho era imposible que sus voces no hubiesen llegado hasta el salón. Porque vale que las habitaciones de trabajo estaban insonorizadas, pero los dormitorios no. Y no había manera humana de que sus compañeros hubiesen confundido esos sonidos con cualquier otra cosa...

—¡Joder, Yunho! —exclamó, poniéndose en pie y comenzando a vestirse con rapidez.

—Si hubiese sabido que mencionarlo te haría reaccionar tan rápidamente lo hubiese hecho antes —dijo Changmin, cruzando los brazos sobre su pecho desnudo y mirándolo con evidente diversión.

Mas Jaejoong en ese momento estaba más angustiado que divertido. Puede que Yoochun y Junsu supiesen lo que él sentía y se hubiesen imaginado el resultado de esa discusión entre Changmin y él, pero Yunho no. Y con el empeño que había mostrado en averiguar lo que pasaba entre ellos, no quería ni imaginar cómo habría reaccionado al atar cabos y descubrirlo...

—¡Joder! —volvió a exclamar, abrochando como pudo los botones del pantalón—. Yunho nos va a matar, especialmente a mí.

Changmin frunció el entrecejo ante su afirmación, sin dejar de mirarlo fijamente.

—¿Por qué habría de hacer tal cosa?

—¿Y lo preguntas? —replicó Jaejoong, pasándose el jersey por la cabeza—. Se supone que no deberíamos hacer este tipo de cosas entre nosotros... por preservar la unidad del grupo y todo eso.

Ante su respuesta, Changmin bufó, negando levemente con la cabeza. Era evidente que consideraba sus preocupaciones una soberana tontería, y que no iba a malgastar ni medio segundo considerando esa opción.

—No seas idiota —dijo, acercándose a él—. Esto no altera en nada la unidad del grupo, es más, yo diría que nos hace incluso más cercanos, ¿o no? —sonrió, dando otro paso hacia él, y agregó—. Y solucionamos el problema que había entre nosotros. Yunho estará encantado.

Jaejoong frunció el entrecejo, reticente, aunque cuando Changmin apoyó las manos a ambos lados de su rostro, todos sus pensamientos se esfumaron ante la cercanía de su dongsaeng, que parecía saber con exactitud lo que tenía que hacer para convertirlo en un montón de gelatina.

—No estoy tan seguro —replicó, intentando mantener el tono de voz firme y fallando miserablemente.

No coló ni por un segundo. La sonrisa de Changmin se hizo más amplia mientras se pegaba por completo a él y añadía en un tono suave y seductor:

—Probablemente nos sermoneará sobre que debemos tener el grupo presente y nos preguntará hasta la saciedad si estamos seguros de esto porque no quiere que después se creen malos rollos entre nosotros. Pero no se opondrá. No es asunto suyo con quien salimos o con quien nos... acostamos.

Jaejoong tragó saliva ante el tono de Changmin y su intoxicante cercanía, deseando sentir esos labios contra los suyos de una vez.... Pero no se iba a dejar vencer tan fácilmente. Él tenía razones para estar preocupado, buenas razones... no recordaba cuales, pero sabía que eran buenas.

—Pero... —comenzó, intentando centrarse en la conversación y no en las caricias de Changmin contra su rostro—, a diferencia de Yoochun y Junsu, Yunho se sorprenderá, seguro. Y no sé si lo asimile con tanta facilidad como ellos...

Si pensaba lograr que Changmin se preocupase, obviamente fue en vano. Su dongsaeng sonrió de forma torcida, completamente sensual, y se acercó a sus labios hasta rozarlos antes de añadir en apenas un susurro.

—Para eso está la psicóloga del infierno a la que te empeñas en contarle todo —dijo.

Y Jaejoong ya no fue capaz de hilar ningún otro pensamiento por que los labios de Changmin se unieron a los suyos, y todo lo que pudo sentir fue deseo.


—~o0o~—



En cuanto los vio entrar, Seuyeon se dio cuenta de que Changmin y Jaejoong habían solucionado las cosas, y evidentemente de un modo muy positivo para ambos. En el caso del maknae del grupo no se trataba de algo evidente, puesto que seguía con esa expresión característica suya, mezcla de aburrimiento y desafío, que había aprendido a reconocer tan bien. Pero no había ni el más leve rastro de preocupación en sus ojos oscuros, y podría jurar que la diversión era el rasgo predominante en su persona en ese momento.

En el caso de Jaejoong el cambio era tan brutal que daba la impresión de que en las sesiones anteriores había estado desdibujado y borroso, en comparación con la luminosidad que irradiaba en ese momento; su sonrisa era tan amplia que podría ser portada de cualquier anuncio de dentífrico, y sus ojos eran tan claros, tan brillantes, que era probable que pudiesen distinguirse aun en la oscuridad más absoluta.

Sin embargo, aun sin las reacciones de los principales implicados, ella hubiese adivinado el resultado final de la conversación entre el mayor y el pequeño del grupo. La completa sorna en el rostro de Yoochun al mirarlos, acompañada de la más adorable de sus sonrisas, era muestra suficiente de que había ocurrido lo que él había esperado tan pacientemente. Les había dado tiempo a los chicos para que descubriesen las cosas por sí solos, sin intervenir, y ahora al fin podía divertirse al contemplar lo que había visto venir desde hacía años.

Por otro lado, las miradas que Junsu lanzaba cada pocos minutos a sus compañeros, llenas de lo que se podría definir como profundo e incondicional cariño, y los gestos cómplices que compartía con Yoochun, dejaban en claro que algo relacionado con ellos le había alegrado más allá de lo que era habitual en él.

A pesar de todo esto, de las evidencias que cada uno de los cuatro mostraba en su comportamiento, ninguno fue tan claro como el del líder. Yunho se veía confuso, contrariado y profundamente enfadado. Y a juzgar por las miradas acusadoras con que atravesaba a todos sus compañeros, no podía entender cómo le habían ocultado algo así.

Seuyeon sintió el peregrino impulso de sonreír ante la previsible reacción del líder. Estaba segura de que lo que había hecho enfadar a Yunho no era el hecho en sí —que de repente dos de sus compañeros tuviesen una relación más íntima de lo que nunca hubiese imaginado—, sino que se debía a una respuesta automática de su mente ante el descubrimiento de que él era el único que no lo había visto venir. Y que todos sus compañeros hubiesen decidido ocultárselo no ayudaba en absoluto a mitigar la sensación de ser excluido.

Por supuesto, que comprendiese y aceptara el comportamiento de sus compañeros iba a ser su principal cometido en esa última sesión. Sería la única que iban a compartir los cinco, lo cual era completamente necesario para reafirmar que todo estaba bien entre ellos y que no iban a necesitar ni sus servicios, ni los de cualquier otro psicólogo, en una buena temporada.

Sonrió, sin tener que fingir una cordialidad que realmente sentía, y preguntó:

—¿Hay algo que queráis contarme?

Yoochun y Junsu, sentados en uno de los sofás laterales, se rieron como si la pregunta fuese lo más gracioso del mundo. Ellos no tenían nada que perder en todo eso; no estaban involucrados directamente en la situación y sabían que el cabreo del líder no llegaría mucho más allá, por lo que podían apreciar toda la gracia que había en el asunto.

Jaejoong, inconscientemente, se acercó un poco más a Changmin, separándose de Yunho, mientras su sonrisa se hacía aún más amplia en su cara, si era posible. Y el maknae apenas elevó una de sus cejas en un gesto tan expresivo que Seuyeon casi había oído su voz diciendo “Te mueres por escucharlo en voz alta, ¿verdad?”.

Fue Yunho, tal como esperaba, quien rompió el silencio sin ni siquiera mirar en su dirección, completamente concentrado en fulminar con la mirada a cada uno de sus compañeros.

—En realidad son muchas cosas las que me gustaría decir, pero no creo que sea el momento ni el lugar adecuados —dijo, marcando fuertemente cada sílaba.

—¿Por qué no? —preguntó Seuyeon, segura de que terminaría hablando tarde o temprano.

Yunho no tenía el temple de Changmin o Junsu a la hora de ocultar sus emociones y mantenerse serenos, ni la habilidad de Yoochun para conducir la conversación a donde él quería. El líder poseía mucha determinación, pero a menudo no sabía enfocarla en la dirección correcta. Y eso siempre jugaba a favor de la persona que intentaba provocarle, porque generalmente lo conseguía.

—Porque es un tema que no tiene que ver con usted —replicó Yunho, aun sin mirarla—. Ni se imaginaría jamás lo que ha pasado...

Seuyeon amplió su sonrisa ante el convencimiento de Yunho, quien en cada sesión había estado tan ensimismado en contar sus preocupaciones y temores que no le había dado ocasión de mostrarle esa parte de su personalidad que los otros cuatro conocían tan bien. Ella no había necesitado mostrarse persuasiva, ni había tenido que emplear sus dotes deductivas o su intuición para averiguar lo que le pasaba por la cabeza, porque había sido evidente que lo que Yunho decía era exactamente lo que pensaba.

Pero si pretendía ayudarlo, como era su deber, tendría que enfrentarlo directamente al problema, es decir, a sus compañeros. Y sabía muy bien como lograr eso.

—Tengo una imaginación muy, muy amplia —le dijo directamente al líder, a modo de provocación.

Ante su tono de voz, Yunho volvió por fin la vista hacia ella, absolutamente contrariado, y receloso. E inmediatamente sacudió la cabeza como si no hubiese oído bien y volvió a clavar la vista en sus compañeros, especialmente en Jaejoong.

Mas antes de que pudiese decir nada, fue Changmin el que habló:

—Yunho —lo llamó, en un tono absolutamente calmado. Seuyeon hubiese jurado que la frase iría acompañada de un ‘eres idiota’ si no se estuviese dirigiendo al líder, a quien era obvio que todos seguían respetando—. Ella lo sabe —añadió.

La mirada de sorpresa no pudo haber sido más evidente en el rostro de Yunho, que se giró hacia ella durante un instante, con los ojos entrecerrados, y luego volvió a clavar sus ojos en su dongsaeng.

—¿Lo sabe? —preguntó con tono acusador, poniéndose de pie —. ¿A ella se lo habéis contado y ni siquiera habéis tenido un minuto para compartir conmigo lo que os estaba pasando?

La furia apenas controlada que había estado presente en Yunho desde que entró al despacho había hecho por fin erupción, lo cuál iba a facilitar las cosas para todos. Esa conversación entre ellos era absolutamente inevitable, y cuanto antes la tuviesen, mucho mejor.

Seuyeon guardó silencio, expectante, y se dio cuenta de que tanto Junsu como Yoochun hacían lo mismo.

Fue Changmin quien respondió, apenas sin inmutarse, mientras levantaba la vista hacia su compañero con lo que parecía completa resignación.

—Yo no he hablado del asunto con nadie, mucho menos con ella. Eso es cosa de Jaejoong-hyung.

El aludido fulminó a Changmin con la mirada ante la acusación directa, y este, por toda respuesta, sonrió sarcásticamente en su dirección.

—Eso no es exactamente así —replicó Jaejoong, volviéndose hacia Yunho y pareciendo un poco avergonzado—. Ella lo averiguó antes de que pudiese contarle nada. Y una vez que lo sabía hubiese sido una completa tontería no aprovechar para... intentar aclarar algunas cosas.

—¿Aclarar qué? —preguntó Yunho, todavía en pie, elevando considerablemente el tono de voz—. ¿Que estás completamente loco? ¡Eso podría habértelo dicho yo!

Ante la acusación directa, Jaejoong no pudo contenerse. Se puso en pie, al igual que su compañero, y lo encaró subiendo aún más que él el volumen de su voz.

—¡No estoy loco! Al menos no más de lo que lo estaba antes de esto.

—¿No? ¿Follarte a tu hermano pequeño te parece muy normal?

La discusión probablemente habría seguido subiendo y subiendo en el tono de las acusaciones mutuas si la risa completamente desinhibida de Yoochun no los hubiese interrumpido.

Tango Jaejoong como Yunho se giraron hacia él, ambos con el ceño fruncido y una mirada fulminante en la cara. Y Changmin, sentado en el sofá que habían compartido los tres hasta hacía unos minutos, comenzó a reírse entre dientes aun antes de que Yoochun hubiese puesto en palabras lo que pasaba por su cabeza.

—Yo diría que fue más bien al revés, Yunho —dijo Yoochun, sin dejar de sonreír pícaramente—. ¿O acaso no recuerdas quién encerró a quién en la habitación con intenciones más que obvias?

Jaejoong enrojeció, ahora sí de forma evidente, mientras intentaba reprimir una pequeña sonrisa que parecía querer asomar a su cara ante el recuerdo de la noche anterior. Y Seuyeon se encontró imitando el gesto al darse cuenta de que, a pesar de todo lo que había pasado y de todas las preocupaciones que había compartido con ella, Jaejoong no se arrepentía, ni se arrepentiría jamás, de lo que había pasado. Sus compañeros podrían tratar de mortificarlo, como había sido la intención de Yoochun, pero lo iba a consentir gustoso porque cada una de las pullas de sus compañeros le recordaría que era real, que había pasado, y que Changmin era más suyo que del resto. Mucho más.

Sin embargo Yunho no se tomó tan bien la interrupción de su dongsaeng. Se quedó congelado donde estaba, con la boca ligeramente entreabierta, como si hubiera ido a decir algo y se hubiese interrumpido a mitad de camino, y su mirada mostraba tal consternación que Seuyeon misma tuvo que contenerse para no echarse a reír.

El líder tenía toda la pinta de estar intentando convencerse de que esa conversación no estaba teniendo lugar.

—Chun —dijo por fin Changmin, divertido, interrumpiendo el incómodo silencio que se había creado—. ¿Podrías dejar atormentar a Yunho con imágenes mentales que no necesita?

Yoochun puso su expresión más inocente antes de responder:

—Me pareció que era importante hacer esa aclaración, puesto que Yunho-shii estaba acusando a Jae de algo que técnicamente no ha hecho.

—¡Parad los dos! —exclamó Yunho, elevando ambos brazos en señal de ‘stop’, mientras cerraba los ojos con fuerza—. Esto es absolutamente surrealista...

Suspiró, y se llevó ambas manos a la cara para restregar las palmas contra los ojos, en un gesto que era una perfecta muestra de cómo se sentía.

Seuyeon lo miró, sin intervenir, al igual que el resto de sus compañeros. Podían estar discutiendo, pero cuando el líder mandaba callar todos le obedecían, y ella podía entender por qué. Yunho podía ser muy impulsivo, pero no era para nada irracional, y procuraba tratarlos a todos de manera justa. No era fácil ser el líder pero, en cierto sentido, ese rol parecía haber sido diseñado especialmente para él, porque sabía desarrollarlo a la perfección.

Cuando volvió a abrir los ojos, Jaejoong ya se había vuelto a sentar en su sitio, junto a Changmin, y Yunho los contempló apreciativamente antes de hablar.

—Yo no... —comenzó, pero se interrumpió a medio camino, como si estuviese considerando elegir mejor las palabras—. Joder, sé que en realidad no tengo derecho a meterme en lo que hacéis, pero... no quisiera...

—No va a ocurrir, Yunho —lo interrumpió Jaejoong, con toda la calma que no había sido capaz de emplear antes, mientras miraba a su compañero con tanto cariño que parecía como si la discusión previa nunca hubiese tenido lugar—. La relación general entre los cinco no va a cambiar.

Yunho volvió a suspirar pesadamente, sin dejar de mirar a su compañero a los ojos. Cualquiera podría ver que Jaejoong estaba siendo completamente sincero, que creía lo que decía, pero la preocupación natural de Yunho iba mucho más allá de las simples palabras. Necesitaba hechos, seguridad... cosas que Jaejoong no podía darle en ese momento.

—¿Qué es lo peor que podría pasar? —preguntó entonces Seuyeon, decidiendo por fin intervenir en la conversación—. Es más fácil que ellos puedan tranquilizar tus temores si les cuentas cuales son...

El líder se volvió hacia ella, mirándola apreciativamente, como si estuviese considerando sus palabras, y finalmente se dejó caer en el sofá, en el mismo sitio que había ocupado antes. No contestó inmediatamente, sino que apoyó los codos sobre las rodillas y miró fijamente al suelo, como si estuviese intentando reorganizar sus pensamientos.

—El grupo podría romperse —murmuró, con voz derrotada, todavía mirando al suelo—. Y a diferencia de lo que hemos pasado, esta vez sería por nuestra culpa, porque nosotros quebrásemos lo que somos, lo que hemos compartido...

Jaejoong apoyó la mano izquierda sobre la espalda de Yunho, acercándose a él en un mudo gesto de consuelo. No consideraba el temor de su compañero una tontería, pero no estaba preocupado, al menos no a juzgar por la cariñosa sonrisa que adornaba su rostro. Comprendía a Yunho, pero no compartía sus temores porque obviamente le parecían infundados...

Mas a pesar del gesto de Jaejoong, no fue él quien respondió. La voz de Changmin, completamente calma, interrumpió drásticamente el curso de los pensamientos de Yunho.

—Jaejoong y yo siempre nos hemos peleado, y probablemente lo hagamos muchas veces más en el futuro, exactamente igual que con el resto de vosotros —dijo, inclinándose hacia adelante para poder ver el rostro de Yunho—. La relación en sí no ha cambiado, porque siempre nos hemos querido, los cinco, y eso es extremadamente difícil que cambie. La única diferencia entre Jaejoong y yo es que, además de amor existe deseo, por lo que formamos una unidad propia en la que vosotros no participáis. Pero si quitamos eso de la ecuación, si se disolviese, seguiría existiendo la parte fundamental, la que conformamos los cinco juntos... Y ninguno se va a olvidar de eso.

Seuyeon hubiese querido aplaudir ante la declaración de Changmin, porque no podía estar más de acuerdo con él. Si había algo que era imposible no notar en cada uno de ellos era que querían al resto por encima de todo, y que si alguno de los cinco faltaba se sentían incompletos, vacíos. Eso iba más allá de las relaciones de pareja, porque eran como familia, y uno se puede pelear mil veces con la familia, pero seguirán estando ahí, seguirán existiendo aun cuando nos creamos solos y perdidos...

Sonrió ampliamente ante la respuesta de Yunho, al levantarse para abrazar a su dongsaeng, y ante el posterior gesto de Jaejoong, cuya sonrisa no podría ser más resplandeciente. Yoochun y Junsu pronto se unieron al cuadro con sus típicas bromas que denotaban cuanto les importaban sus compañeros, y todos acabaron con la charla importante, trascendental, para comentar pequeñas banalidades que dejaban en claro que todo volvía a estar en su sitio, que todo era perfecto otra vez... como Jaejoong había pretendido desde el principio.

Y Seuyeon no pudo evitar el pensamiento de que los echaría de menos, verdaderamente. Había sido una semana de lo más interesante, y ella había formado parte, en cierto sentido, de todo lo que se había fraguado en el grupo, de la relación entre Jaejoong y Changmin, y los temores y preocupaciones del resto...

Y eso la emocionaba profundamente. Porque ellos no lo sabían, pero siempre había sido una fan, y después de eso su devoción por ellos iba a ser mil veces más profunda de lo que había sido hasta ese momento. Al fin y al cabo eran tan normales, tan auténticos como siempre creyó que serían... e incluso existía el factor yaoi que tanto demandaban las fans, pero que en realidad no creían que fuese real.

Lo único malo de todo el asunto era que, ahora que lo sabía, no iba a poder contarlo, porque el secreto profesional se lo prohibía...

Claro que, siempre le quedaría la opción de escribir un fic... Nunca jamás nadie soñaría con que esa historia fuese cierta.

19 septiembre 2010

Capítulo 5 (Recursos de la mente)


Capítulo 5: Recursos de la mente




Malditas las ganas que tenía de enfrentarse con la sesión de la psicóloga esa tarde. Su paciencia era más bien escasa, y sus capacidades mentales no estaban en su mejor momento como para tener que lidiar con las insidiosas preguntas de esa mujer, que no parecía darse por vencida aun cuando uno trataba de ignorarla con todas sus fuerzas.

Por supuesto, sabía que estaba obligado a ir, aun sin la insistente llamada de Yunho para recordarle la cita, cosa que no solía hacer. Claro que Changmin no se había tragado ni por un minuto esa ‘inocente’ llamada, y cuando el líder había preguntado disimuladamente —con su “infinito” tacto— qué demonios había pasado entre él y Jaejoong, sus sospechas se habían confirmado. Al parecer, su compañero estaba tan raro que era imposible estar en la misma habitación que él sin acabar de los nervios.

Changmin se había excusado, alegando que estaba en un atasco, y había colgado aun cuando Yunho le había gritado a través del auricular que no se le ocurriese hacer tal cosa. Pero Changmin no estaba para escuchar los reclamos de Yunho y sus insistentes preguntas, cuando ni siquiera él tenía muy clara la respuesta a la mayoría de ellas.

Además, no era con Yunho precisamente con quien debía mantener esa conversación, al menos no antes de haber hablado con Jaejoong. Ya estaba bien de dar absurdos rodeos, era hora de pasar a la acción y coger el toro por los cuernos. Y por Dios que lo haría en cuanto se librase de esa penosa obligación...

Changmin sonrió siniestramente ante ese pensamiento. Sí, definitivamente lo de pasar a la acción sonaba bien.

Terminó de subir las escaleras hasta el primer piso y se encaminó directamente al despacho de la psicóloga, quien le indicó que pasara tras golpear suavemente a la puerta.

—Buenas tardes —saludó la mujer, sentada en su lugar habitual.

Changmin inclinó la cabeza, a modo de saludo, y cerró la puerta para dirigirse al sofá donde solía sentarse. Ya se había convertido en rutina permanecer allí y mirar a la mujer completamente hastiado, respondiendo sus insistentes preguntas con monosílabos y guardando silencio el resto del tiempo. Actitud que, aunque le pesara, no había hecho mella en el ánimo de la mujer, que seguía intentando pacientemente que le contara todos y cada uno de sus pensamientos.

—Bien —comenzó ella, con su sonrisa amigable—. ¿Hay algo que quisieras contarme?

Changmin sonrió, tratando de imitar el gesto de la mujer, y en un tono de voz exactamente igual al de la psicóloga, respondió:

—¿Nunca va a cansarse de hacer la misma pregunta?

La sonrisa de la mujer se hizo aún más amplia ante su evidente sarcasmo, e hizo una de sus comunes anotaciones en el bloc de notas que tenía sobre el regazo. Todo eso le aburría profundamente, más cuando su cabeza estaba centrada en otra parte, y la psicóloga no era precisamente la compañía que hubiese elegido de haber podido escoger.

—No, no realmente —dijo ella, a todas luces divertida—. Es interesante, en cierto modo, ver la diferencia existente entre vosotros cinco. Todos habéis convivido una buena cantidad de tiempo juntos, tanto que lo normal sería que se os hubiesen pegado manías de los demás, o formas de ser o reaccionar parecidas. Y sin embargo cada uno es diametralmente opuesto a los demás.

—¿En serio? —preguntó Changmin con tono aburrido, mientras cruzaba los brazos sobre su pecho en un gesto despreocupado.

La mujer no pareció advertir su tono, ni su completa falta de interés, o si lo hizo decidió ignorarlo por completo, como venía siendo habitual.

—Por supuesto. Por ejemplo, el primero en venir hoy, Junsu, ante la misma pregunta se lanzó a contarme que había soñado que entre todos componíais una canción espectacular y que triunfabais en todos los lugares del planeta, lo que pone en perspectiva sus prioridades —comenzó ella, como si hubiesen invertido los papeles y fuese Changmin el psicólogo y ella la paciente.

—Qué interesante —murmuró Changmin, poniendo toda la ironía del mundo en la frase.

—Yoochun, por el contrario —continuó la mujer, como si no lo hubiese oído—, prefiere evitar las cuestiones directamente relacionadas consigo mismo y dedicarse a analizar al resto de sus compañeros siempre que tiene oportunidad. Es realmente fascinante cómo es capaz de advertir cosas que el resto de la gente no ve. Sería un magnífico psicólogo...

—Una pena que ya haya elegido profesión —dijo, elevando las cejas en un gesto que pretendía parecer comprensivo.

—Verdaderamente —asintió la mujer, sin dejar de sonreír—. Yunho es todo preocupación. Al contrario que Yoochun no es para nada intuitivo y se pasa la mayor parte del tiempo haciéndose preguntas a sí mismo que tienen que ver con ‘cómos´ y ‘porqués’. Ni siquiera necesito cuestionarlo para que se lance a relatar todas las preocupaciones que lo atormentan. Afortunadamente os conoce tanto que puede suplir gran parte de su natural falta de intuición con conocimiento, y es capaz de advertir casi siempre cuando a alguno de vosotros le pasa algo...

—Fascinante... —replicó Changmin, con un tono tan aburrido que no dejaba espacio a la imaginación.

—Y luego está Jaejoong —añadió ella, ampliando más su sonrisa—. Cuya única preocupación en estos momentos pareces ser tú y lo mucho que lo odiarás después de que anoche te besara... —hizo una pausa, observando cuidadosamente su reacción y casi al instante añadió—. Ah, sí, y que el grupo se rompa por culpa de eso.

Obviamente la psicóloga había preparado ese discurso para hacerlo hablar, para observar su reacción ante sus palabras, ante el conocimiento de que su pequeño interludio ya no era un secreto. Pero si había esperado encontrar una expresión de sorpresa en su rostro o ponerlo nervioso de algún modo, se quedó con las ganas. Changmin no varió su expresión, ni su postura, y siguió mirándola con completo hastío pintado en la cara.

Puede que la mujer fuese muy buena en su trabajo, pero no podía conocer a Jaejoong tanto como él, por mucho que su compañero le hubiese contado en una semana. Era evidente que su hyung había aguantado una gran cantidad de tensión sobre sus hombros en los últimos días, y de algún modo tenía que descargar. Y la candidata natural para ello era la psicóloga, cuyo trabajo era precisamente ese, escuchar.

Por ende, las palabras de esa mujer no podían sorprenderlo en absoluto, porque era algo que Changmin había anticipado.

Sonrió, completamente sereno, y sin variar la postura, respondió:

—Jaejoong es gilipollas, eso no es ninguna novedad.

Lejos de perturbarla, la psicóloga pareció entusiasmarse con su reacción. No era algo evidente, ya que apenas varió su postura, pero la expresión de sus ojos denotaba cuánto le divertía la conversación, y lo verdaderamente interesante que le parecía que alguien pudiese rivalizar con ella en cuanto a control de sus reacciones.

—¿Debo entender con eso que la acción de Jaejoong te parece absurda? ¿Que no le das importancia a algo tan significativo como un beso?

—No —respondió Changmin, sin apartar la mirada de los ojos de la psicóloga—. Debe entender exactamente lo que he dicho, ni más, ni menos.

Ella lo miró en silencio durante un instante, probablemente tratando de adivinar sus pensamientos y lo que sus palabras escondían, pero a Changmin no le preocupaba lo que pudiese averiguar, o si sus conjeturas eran acertadas o no. En realidad no le molestaba esa actitud, ni sus múltiples esfuerzos por conseguir que él hablase, porque al fin y al cabo era su trabajo. Y sus métodos podían resultar incluso divertidos si uno los miraba en perspectiva.

Pero en ese momento hubiese preferido estar hablando con Jaejoong y no con ella, ya que su compañero era la persona implicada en todo el asunto, y la única a la que en realidad deberían interesarle sus palabras.

—Creo que lo comprendo —dijo entonces la mujer, sin dejar de mirarlo fijamente—. El temor de Jaejoong a que el grupo se rompa te parece absurdo, lo que significa que no estás para nada enfadado con él —elucubró—. Y si no estás enfadado quiere decir que entiendes por qué lo hizo...

Changmin sonrió torcidamente antes de responder:

—Sólo eran las acciones de un hombre borracho que no era dueño de sus actos.

La mujer le devolvió la sonrisa, inclinándose hacia él con abierta diversión pintada en su rostro. Puede que no obtuviese muchas respuestas de su parte, y que sus silencios pudiesen llegar a resultarle frustrantes, pero nunca se aburría con él. Y lo que Changmin consideraba peor: nunca desistía.

—Estoy segura de que a estas alturas eres perfectamente consciente de que mentir no funciona conmigo —dijo, ampliando aún más su sonrisa—. Nadie se creería que pienses eso de verdad.

—¿No? —preguntó Changmin, con fingida inocencia—. Eso es técnicamente lo que fue. Jaejoong no me hubiese besado estando sobrio —afirmó rotundamente—. Si lo hizo fue porque el acohol inhibió su capacidad para mantener el control sobre sus acciones.

Su respuesta pareció entretener aún más a la psicóloga, si es que era posible. Bajó la vista hacia su cuaderno, para hacer otro par de anotaciones, y luego volvió a mirarlo con fijeza, sin dejar de sonreír.

Changmin podía entender donde estaba la gracia del asunto. Eran dos adultos tratando de ganar una especie de guerra de voluntades en la que ninguno tenía intención de ceder terreno. Tanto la psicóloga como él sabían lo que en realidad pasaba pero querían obligar al otro a decirlo en voz alta. Sin embargo, Changmin tenía una clara ventaja sobre ella en esa situación: él sabía lo que pasaba por su propia mente, y tenía muy, muy claro lo que iba a hacer al respecto con Jaejoong.

Pero la psicóloga no. Por muy buena que fuese, aun no podía leer su mente.

‘Técnicamente’ —repitió ella, remarcando la parte fundamental de la frase—. Pero no en esencia. Si perdió el control significa que había algo que controlar...

—O no —comentó Changmin, inclinando levemente la cabeza hacia la derecha, como si estuviese considerando la cuestión seriamente—. Un hombre ebrio hace cosas que no necesitan estar avaladas por una explicación lógica.

—Puede ser— rebatió la psicóloga—. Pero también dicen que los borrachos hablan y actúan sin ningún tipo de filtro, es decir, conforme a lo que en realidad piensan... o sienten.

Changmin no respondió inmediatamente. Siguió mirándola por espacio de unos cuantos minutos, mientras pensaba si contestarle o no. Por supuesto, sabía a donde quería llegar la psicóloga, y si le decía lo que quería oír acabarían llegando al punto que, en sustancia, le interesaba. No es que le importara realmente que ella conociese sus pensamientos, pero era una cuestión de principios.

Sencillamente no quería darle el placer de dejarse manejar tan fácilmente, en especial cuando su propio humor era tan volátil como en esos momentos.

—Veamos si entiendo —comenzó Changmin, descruzando los brazos e inclinándose hasta apoyar los codos sobre las rodillas—. Según su teoría, lo que Jaejoong hizo y dijo ayer es lo que en realidad piensa de mi...

La mujer no contestó. Se limitó a mirarlo con esa exasperante sonrisa en la cara, mientras esperaba sus siguientes palabras, y Changmin entendió por qué. Si le respondía se delataba. Ella no había hecho una afirmación, y Changmin estaba seguro de que sabía que ese dicho popular no era cierto. Una vez más se trataba de una artimaña pensada para hacer que él reflexionase, o que hablara de lo que sentía...

—Entonces tenemos un serio problema —continuó Changmin, volviendo a sonreír siniestramente—: Jaejoong es bipolar, ya justo antes de besarme me repitió hasta el agotamiento que me odiaba.

La mujer amplió su sonrisa ante las palabras de Changmin, completamente entusiasmada por sus palabras. Anotó algo más en su cuaderno y, seguidamente, le respondió:

—Hay conceptos, palabras, que nuestro cerebro asimila de tal forma que acaban teniendo un significado distinto para nosotros del que tiene para el resto de los mortales. Una mera forma de protección, la mayor parte de las veces ante uno mismo... Recursos de la mente, se llaman.

—O igual las palabras tienen el sentido correcto y nosotros las interpretamos a nuestra conveniencia... —replicó inmediatamente Changmin.

Estaban dando vueltas en círculos, y lo sabía, pero no iba a llegar bajo ningún concepto a la cuestión que ella quería analizar, es decir, a lo que pensaba hacer él al respecto con Jaejoong y su más que obvia declaración de intenciones. Eso era su problema, y el de Jaejoong, y a nadie más debía concernir por el momento.

Si esa mujer averiguaba algo no iba a ser por su boca, y menos en ese momento en que ni siquiera había podido todavía enfrentarse a su hyung.

Es más, la situación ya empezaba a resultarle molesta, y por ello iba a ponerle fin cuanto antes.

—Tengo la sensación —comenzó Changmin suavemente tras unos minutos de silencio, clavando sus ojos en la psicóloga— de que usted está interesada en todo este asunto de una forma que va más allá del mero profesionalismo. Creo que es evidente que no necesito ni quiero un psicólogo, y que no voy a perder la cabeza y crear problemas en el grupo que interfieran con nuestro trabajo, que es lo que usted necesitaba averiguar con toda esta charada de las sesiones —afirmó tajantemente, con un tono que era de todo menos especulativo—. Sin embargo sigue intentándolo, y empiezo a sospechar que lo que la mueve es algo tan mundano como la curiosidad.

La mujer no dejó de sonreír ante el brusco cambio de tema, ni siquiera cuando sus palabras la acusaron directamente. Se limitó a mirarlo de forma fija, con las piernas cruzadas y la libreta y el lápiz olvidados sobre ellas, y en tono completamente calmo, respondió:

—Osea, que piensas que todo mi interés en este caso es porque tengo alma de cotilla...

No negó la acusación, hecho que en ningún momento le pasó por alto a Changmin.

—No, no todo —dijo suavemente, sonriendo a su vez—. Su voluntad de ayudar es genuina, y realmente le gusta su trabajo —hizo una pequeña pausa para contemplar su reacción y seguidamente añadió—. Pero está deseando saber qué voy a hacer al respecto con toda esta situación por el mero placer de saber cómo termina la historia.

Una vez más no lo negó. Se limitó a mirarlo en silencio, todavía con esa sonrisa en la cara, y ni siquiera hizo ademán de detenerlo cuando Changmin se levantó lentamente del sofá con intención de abandonar esa consulta de una buena vez.

—Siento decepcionarla —dijo sin dejar de mirarla fijamente, pero caminando hacia la puerta—, pero tendrá que esperar a que Jaejoong se lo cuente mañana si gusta hacerlo.


—~o0o~—



¿Dónde demonios estaría Changmin?

Yoochun no podía dejar de hacerse esa pregunta cada vez que Jaejoong tropezaba contra algo o contra alguien; o cada vez que metía los palillos dentro del vaso, en lugar de en el cuenco de la comida; o cada vez que saltaba en su asiento cuando escuchaba hasta el más mínimo ruido... Por no hablar de su inexistente concentración en cualquier tema del que estuviesen hablando.

Vale que el día anterior había tenido la excusa del alcohol para su comportamiento errático y extraño, y Yoochun no le había dado importancia a que se pusiese a gritar por la escalera todo lo que le gustaría hacerle a Changmin, lo cual era bastante irónico si se tenía en cuenta lo mucho que Jaejoong había tratado de ocultar su pequeño problema . Ni tampoco le había parecido raro que hubiese acabado en la ducha completamente vestido, porque había que comprender que el alcohol embota la mente de cualquiera, incluso la de alguien que solía soportarlo tan bien como su hyung...

Pero en ese momento estaba tan sobrio como él mismo, y sin embargo seguía comportándose de ese modo tan sumamente extraño. Si hasta el día anterior había logrado más o menos disimular que le pasaba algo, ahora parecía llevarlo escrito en la frente con luces de neón. Yunho, preocupado, no había dejado de preguntarle desde que había llegado a casa, a eso de las diez de la mañana, pero Jaejoong había guardado silencio. Lo que había provocado que el líder se frustrase por completo y acabase cabreándose con su compañero por ‘no confiar en él cuando podría ayudarle’.

Yoochun sospechaba que Jaejoong no quería decirle a Yunho lo que había hecho por temor a que este lo censurase duramente. Yunho podía ser el hombre más comprensivo del mundo, pero en cuanto algo podía alterar la paz del grupo se volvía una fiera. Chun podría apostar que a Yunho no le importaría que Jaejoong se liase con una mujer, con un hombre o con un chimpancé, siempre que eso no interfiriese con el grupo y no fuese potencialmente desastroso para la unidad que tanto les había costado volver a formar. Y Jaejoong lo sabía...

Claro que Yoochun estaba convencido de que todos los temores de su hyung eran absurdos. Changmin iba a estar más que encantado con la situación, y lo único de lo que Yunho iba a tener que preocuparse en los próximos meses sería de que no se agotasen mutuamente en exceso como para no poder cumplir en condiciones con el trabajo. Lo cual sería una estampa realmente divertida de contemplar.

Bueno, eso si Changmin se dignaba a aparecer...

Su dongsaeng había pasado la noche fuera, cosa que Yoochun había dado por sentada al saber qué era lo que había ocurrido entre ambos. No se trataba, como pensaba Jaejoong, de que Changmin hubiese huido de él asqueado por lo que había pasado, o al darse cuenta de a quién estaba besando, no. Era por otra razón, exactamente la misma que había llevado a Jaejoong a comportarse tan erráticamente desde que se habían mudado a la nueva casa: control. Probablemente Changmin había estado a punto de perder por completo la razón y follarse a Jaejoong allí mismo, en ese garaje oscuro y para nada apropiado, especialmente cuando su compañero estaba tan ebrio...

Y cuando no podía ser por completo consciente de sus actos.

Porque vale que el beso en sí mismo había sido lo suficientemente revelador como para despejar las dudas que pudiesen quedarle a Changmin sobre el extraño comportamiento de Jaejoong, pero no lo había hecho de forma consciente. Jaejoong no había querido besarlo, sino que, en cierto modo, se había visto obligado a hacerlo, ya fuera por el alcohol o la simple cercanía de Changmin. Y podía apostar que a su dongsaeng esa sutil diferencia le importaba...

Yoochun podía entender todo eso, pero no podía comprender por qué Changmin seguía sin aparecer. Al principio había pensado que llegaría a la hora del desayuno para aclarar las cosas con Jaejoong, pero no lo había hecho. Y al ver la cara de Jae evidenciando la falta de sueño y la ligera resaca, había comprendido el motivo de su dongsaeng para dilatar el tiempo antes de hablar con él.

Luego había pensado que se presentaría en la comida, porque Changmin tenía la mañana ocupada con la sesión de fotos individual para la promoción del nuevo disco. Pero una vez más su dongsaeng había estado ausente, lo que no había hecho más que empeorar los nervios de Jaejoong, y por ende los del pobre Yunho, que no entendía nada.

Por último pensó que Changmin había decidido abordarlo fuera de casa, aprovechando que la sesión con de Jaejoong con la psicóloga iba justo antes de la suya, y que lo habría interceptado en la consulta para poner las cosas en claro. Pero en cuanto vio aparecer a su hyung en el apartamento se dio cuenta al instante de que no había ocurrido nada de nada, y que ni siquiera se habían cruzado.

Y la verdad, ya estaba comenzando a ponerse un poco impaciente él también. Con lo fácil que sería buscar a Jaejoong y terminar lo que ambos llevaban tanto tiempo deseando hacer...

—¡Ya está bien, Jaejoong! —exclamó Yunho ante la enésima vez que Jaejoong tropezaba con él de camino a la cocina—. Vas a contarme lo que te pasa, y vas a hacerlo ya. ¿Qué coño ha pasado entre tú y Changmin?

Yoochun observó, desde el sillón donde estaba sentado, como su hyung esquivaba a Yunho y terminaba de llevar los platos a la mesa casi como si no se hubiese dado cuenta del pequeño tropiezo. Casi. Porque las palabras ‘ha pasado entre tú y Changmin’ provocaron un rubor que no había estado del todo presente antes, y sus ojos se desenfocaron como si estuviese recordando por milésima vez exactamente lo que había pasado entre ellos.

Yunho lo siguió, completamente decidido a no ser ignorado.

—¡Jaejoong! —volvió a exclamar el líder, subiendo el tono de voz—. ¡No voy a permitir que volváis a vuestras antiguas peleas, así que si le has hecho algo discúlpate y todos en paz!

—¿Por qué das por sentado que soy yo el que ha hecho algo? —replicó Jae tras unos instantes de silencio, sin dejar de caminar de la cocina a la mesa para llevar los utensilios para la cena.

—No me jodas, Jae, que nos conocemos. Changmin estaba preocupado porque estabas raro, y que no haya aparecido en todo el día es realmente significativo. Sin contar con tu lamentable estado...

Yoochun no escuchó la respuesta de Jaejoong, si es que realmente había dado alguna, porque ambos entraron en la cocina justo en ese momento y sus voces llegaban amortiguadas. Sin embargo, si sintió como alguien se sentaba junto a él, sobre el reposabrazos del sillón, y la voz de Junsu sonó a su lado:

—¿Aún están así? —preguntó este con voz aburrida.

Había estado en uno de los cuartos ’de música’ toda la tarde, trabajando en una canción que lo tenía por completo abducido en los últimos días, y seguramente había esperado que la situación se hubiese normalizado después de casi cinco horas. Lo que obviamente no había sido más que una esperanza vana. Cuando Yunho y Jaejoong estaban en ese plan eran incapaces de ceder, ni uno, ni el otro.

—No creerías de verdad que con el tiempo cambiarían de hábitos —respondió Yoochun, sonriendo.

Junsu suspiró exageradamente antes de responder:

—Ni siquiera yo soy tan iluso —dirigió su vista hacia la puerta de la cocina, por la que volvían a asomar sus hyungs y añadió—. ¿Aún no se sabe nada de Changmin?

Yoochun abrió la boca para responderle que, si las cosas estaban así entre Yunho y Jaejoong, era evidente que Changmin no había aparecido todavía, pero no le dio tiempo, porque justo en ese instante, como si Junsu lo hubiese invocado, la puerta del apartamento se abrió y Changmin apareció en el umbral.

Durante un segundo se quedó parado exactamente donde estaba, con la puerta aún abierta y las llaves en la mano. No los saludo, y Yoochun hubiese jurado que ni siquiera se había dado cuenta de que había cuatro personas en el salón, porque sus ojos se clavaron en Jaejoong con tal fijeza que casi parecía que podría atravesarlo con esa mirada...

Y al instante siguiente, la puerta se cerró con violencia a su espalda y Changmin caminó directamente hacia Jaejoong hasta cogerlo por el brazo derecho y arrastrarlo casi literalmente hacia el pasillo, con toda probabilidad en dirección a alguna de las habitaciones.

Yoochun sonrió, y Junsu, a su lado, hizo lo mismo. Ahora por fin se solucionarían la mayor parte de los problemas de esa casa, aunque probablemente se crearían otros muchos peores...

Sin embargo Yunho no pareció tomárselo tan bien. Frunció el entrecejo, en dirección al pasillo, completamente desconcertado... Y luego hizo ademán de seguirlos, pensando qué iban a pelearse, o quién sabe qué otra extraña ocurrencia...

Yoochun se levantó inmediatamente del sillón e interceptó a Yunho justo antes de que alcanzase la puerta del pasillo.

—Será mejor que los dejes solos... —dijo, mirándolo divertido.

—¿Qué...? —comenzó Yunho, volviendo la vista hacia él—. No voy a permitir que sigan peleándose, toda esta tontería ya ha llegado demasiado lejos.

Yoochun sonrió ante la preocupación de Yunho, e inevitablemente se imaginó a su compañero interrumpiendo a Jaejoong y Changmin y su acalorada discusión. Sería realmente divertido... pero una gran putada para sus compañeros, y no era plan de terminar de joder las cosas... en más de un sentido.

—Créeme, no necesitan tu ayuda en este momento —respondió, aun sonriendo—. Mejor vámonos a comer fuera, porque intuyo que la cena en esta casa se ha pospuesto indefinidamente.

—Sí, esa es una gran idea —lo secundó Junsu, sonriendo abiertamente.

Yunho frunció aún más el entrecejo, confuso, y lo miró de forma acusadora mientras Yoochun intentaba conducirlo en dirección contraria.

—Tú sabes lo que está pasando... —acusó, señalándolo con el dedo. Luego volvió la vista hacia Junsu y agregó—. Ambos lo sabéis...

Tanto Junsu como Yoochun se rieron mientras entre los dos empujaban a Yunho hacia la puerta de entrada de la casa.

—Sí —respondió Yoochun, sin poder dejar de reírse—. Pero no nos corresponde a nosotros contarte nada...


—~o0o~—



—¿Tu planeas volverme loco, o qué? —preguntó Changmin, aparentemente furioso.

Jaejoong lo miró fijamente, sin saber qué responder. En cuanto lo había visto entrar en el apartamento su corazón se había paralizado durante un segundo, para seguidamente lanzarse a una desbocada carrera cuando se dio cuenta del modo en que su dongsaeng lo miraba; estaba potencialmente colérico, pero había algo más, algo que le había puesto el vello de punta: deseo.

Un deseo tan brutal como el propio, que Jaejoong habría podido reconocer en los ojos de cualquiera, y que jamás habría esperado ver en los de Changmin.

Se había estremecido ante el descubrimiento, preguntándose por qué lo miraba así, o si simplemente lo estaría imaginando, y había apretado con fuerza los palillos que tenía entre las manos, sin ni siquiera darse cuenta de que no los había apoyado sobre la mesa como fuera su intención. Tenía que estar equivocado, porque no tenía ningún sentido que Changmin lo mirase a él así.

Pero entonces su dongsaeng había avanzado en su dirección, decidida y firmemente, y lo había agarrado por el brazo derecho y arrastrado casi literalmente tras él. Sólo lo había soltado una vez hubieron entrado en su habitación y cerrado la puerta.

En la habitación de Jaejoong, no la de Changmin. La habitación que compartía con Yoochun.

Eso lo había desconcertado aún más, si es que era posible. ¿Por qué su habitación cuando la de Changmin era la que quedaba más cerca del salón? Uno hubiese pensado que si tenía tanta prisa por hablar con él, por aclarar lo sucedido o incluso por pegarle, hubiera elegido la primera habitación vacía que encontrara, fuese la suya o no. Pero su dongsaeng lo había conducido directamente al cuarto más alejado del salón, y había cerrado la puerta con pestillo una vez estuvieron dentro.

Era como si no quisiera que escapase. O como si...

Jaejoong abrió los ojos por la sorpresa ante la repentina idea que se había formado en su mente, y dejó caer al suelo los palillos que todavía sujetaba en la mano. ¿Querría Changmin concluir lo que habían comenzado la noche anterior?

No, no podía ser. Changmin nunca tendría ese tipo de relación con él. Debía dejar de imaginarse cosas, porque terminaría perdiendo la razón si seguía así.

—Joder, Jaejoong, eres de lo más frustrante —exclamó Changmin ante su silencio, pasándose la mano derecha por el cabello en un gesto que no hacía más que reafirmar sus palabras.

¿Él era el frústrate? ¿Él que había tenido que contenerse para no saltarle encima? ¿Para no sucumbir ante sus devastadoras sonrisas ni dejarse llevar por el contacto de sus manos contra su cuerpo? Ahí el único frustrado era él, quien ni siquiera podía ser dueño de sus actos...

Jaejoong frunció el entrecejo, y levantó la mirada para clavarla en los ojos oscuros de su dongsaeng.

—Vete a la mierda, Changmin —dijo, empujándolo para apartarse de la puerta—. ¿Tú te sientes frustrado? No tienes ni idea de cómo me siento yo.

Changmin correspondió a su mirada, y guardó silencio durante unos instantes. Luego sonrió, de una forma tan sarcástica que Jaejoong pensó durante un breve momento que iba a pegarle.

—En realidad creo que sí —respondió Changmin, dando un paso en su dirección y haciéndolo retroceder en el proceso—. A juzgar por los hechos recientes me inclino a pensar que te sientes profundamente atraído por mí, en más de un sentido —dijo, dando otro paso lento y deliberado en su dirección—. Si a eso le unimos tu más que extraño comportamiento de las últimas semanas, yo diría que no es algo reciente, lo que implica que has estado reprimiéndote una buena cantidad de tiempo —dio un último paso, hasta dejarlo completamente arrinconado contra la puerta y, con voz apenas susurrante, añadió—. Eres tu quien no tiene ni idea de lo que yo siento.

Jaejoong tragó saliva ante su cercanía, y lo acertado de sus palabras hizo que su corazón latiera aún más violentamente. Por supuesto, sabía que Changmin estaba lejos de ser tonto, y que con su beso de la noche anterior se había delatado por completo, pero había esperado ilusamente que su dongsaeng lo asociase al alcohol, y lo disculpase por eso. Uno siempre encontraba excusas para disculpar cosas que no quería detenerse a analizar...

Pero era evidente que Changmin lo había analizado minuciosamente, y había llegado a las conclusiones obvias.

Negarlo sería una pérdida de tiempo.

Y además, Changmin tenía razón. Él no tenía ni idea de cómo se sentía su dongsaeng. La noche anterior le había devuelto el beso de un modo tan apasionado que Jaejoong pensó que se había tratado sólo de inercia, de un acto reflejo ante sus actos... Claro que si a eso unía sus crípticas palabras en el local donde lo había recogido, la cosa cambiaba sustancialmente...

—Tú no puedes sentir nada —dijo, más en respuesta a sus propios pensamientos que a las palabras de Changmin—. Siempre has odiado que me acerque a ti y te manosee más de lo que tú consideras necesario...

Changmin suspiró, completamente frustrado.

—¡Eres idiota, Jaejoong! ¿No puedes ver dónde está el error en tu razonamiento? —preguntó, alzando la voz más de lo necesario—. ¿Cómo has reaccionado tu cada maldita vez que te he tocado, accidentalmente o no, en las últimas semanas? ¿Acaso has buscado más contacto o te has apartado como si quemara?

Jaejoong lo miró fijamente, con la boca abierta, tratando de comprender sus palabras. ¿Le estaba diciendo Changmin que no le dejaba abrazarle tanto como a los demás porque sentía lo mismo que él? Eso no tenía sentido, porque hacía años que Changmin se comportaba así... Si eso fuese cierto significaría que su dongsaeng había pasado por el mismo infierno que él había pasado en los últimos meses, pero desde hacía mucho, mucho más tiempo...

—No puede ser... —murmuró, completamente desconcertado.

—Sí, sí puede —respondió Changmin, con voz baja y calmada, mientras apoyaba las manos sobre la puerta, a ambos lados de su cabeza —. Me había resignado a que siempre me miraras como tu maldito hermano pequeño, y cuando casi lo he logrado llegas y desbaratas por completo mis planes —se inclinó levemente, hasta quedar a su altura, y cuando estuvo a apenas unos centímetros de sus labios, preguntó—. ¿En serio crees que yo no te deseo?

Era una pregunta, pero ni siquiera le dio tiempo a responder. En un solo movimiento lo acorraló contra la puerta y unió sus labios con los propios, de un modo casi furioso, desesperado. La boca de Changmin se movió contra la suya reclamando más, arrebatándole el aliento y degustando su sabor. No iba a ser suave, y honestamente, Jaejoong no quería que lo fuese. Todo lo que quería era sentir su boca moviéndose sin control sobre sus labios, exigiendo todo aquello que él estaba dispuesto a darle... y sentir su lengua batallando con la propia, despertando todas y cada una de sus terminaciones nerviosas... saboreando hasta el último rincón...

Las manos de Changmin se enterraron en su cabello, obligándolo a girar su rostro en un ángulo más pronunciado, mientras se pegaba a él por completo, presionándolo aún más contra la puerta. Y ese contacto, aun a través de la ropa, provocó en Jaejoong una necesidad insaciable de tener más, de sentir bajo sus dedos esa piel que tanto había anhelado, con la que había soñado tantas veces y que se había obligado a no tocar...

Buscó con sus manos el borde del jersey de Changmin y metió sus manos por debajo, apartando también la camiseta en su desesperado camino por encontrar la piel de su dongsaeng...

El contacto fue completamente electrizante. Ni siquiera era una verdadera caricia, sólo sus manos contra la piel de la espalda de Changmin, apretándolo contra él con todas sus fuerzas, pero para Jaejoong era la mejor de las sensaciones... La piel de su compañero irradiaba tanto calor como la propia, y la urgencia de su beso se incrementó con ese simple contacto...

Dios, ¿Cuántas veces habría soñado con eso? Ni siquiera podía contarlas...

Subió sus manos despacio, sintiendo la piel de Changmin bajo sus dedos, dejando su cuerpo al descubierto y provocando que se le erizara ante el cambio de temperatura... y Changmin gimió ante su caricia, aun dentro del beso, moviéndose desesperadamente contra él... pegándose aun más a su cuerpo, si era posible, y moviendo sus manos hasta acariciar su cuello de una manera que no tenía nada de casual...

Y entonces movió su cadera contra la propia, rozando su miembro semierecto en el proceso, y ambos gimieron a la vez. Dios, esa sensación era mil veces mejor que cualquiera que hubiese sentido jamás... mucho, mucho mejor que en sus sueños...

Jaejoong rompió el beso, tratando de que el aire volviese a llegar a sus pulmones, necesitando normalizar su respiración, y apoyó la cabeza contra la pared en un intento por conseguirlo... Mas Changmin no desaprovechó la ocasión. Bajó sus labios hasta su cuello y los hundió contra él, en una caricia mitad beso, mitad mordisco que hizo estremecer hasta el último poro de su piel...

Demonios, ¿Dónde habría aprendido su Changmin a hacer eso?

La lengua de su dongsaeng se abrió camino entre sus labios, y saboreó su piel, siguiendo las líneas de su cuello hasta su hombros y localizando con facilidad su pulso acelerado... Y una vez lo encontró lo besó allí, profundamente, succionando de una manera que probablemente le dejaría marcas, pero que provocó tal estallido de placer en Jaejoong que no le importaba si era así...

Volvió a gemir, y apretó sus dedos contra la espalda de Changmin, mientras este continuaba su sendero de besos por su cuello, acariciando con su lengua hasta el último rincón... Pero era evidente que no iba a conformarse con eso. Sus manos bajaron por su cuerpo, acariciando sus costados por encima de la ropa de un modo realmente enloquecedor, provocando que Jaejoong quisiese sentir esas manos directamente contra su piel, necesitando sus caricias mucho más que respirar...

Y Changmin no se hizo de rogar. En cuanto alcanzó el borde de su camiseta coló sus manos bajo la prenda y tocó directamente su piel, subiendo hacia su pecho en una deliberada caricia que hizo arder la piel de Jaejoong como si de una llama se tratase...

Por todos los santos, ¿Desde cuándo su piel era tan sensible a las caricias? Las manos de Changmin parecían conocer a la perfección su cuerpo, aun cuando nunca lo habían tocado de ese modo... Y sus labios... sus labios castigaban su cuello con la misma eficacia, impidiendo a Jaejoong respirar de forma apropiada ante esa avalancha de sensaciones...

No se detuvo al llegar a su pecho. Changmin siguió acariciando la piel con sus manos, tirando hacia arriba hasta obligar a Jaejoong a que apartase sus manos de él. Y en un movimiento rápido y experto se libró de su camiseta, quitándosela por encima de la cabeza, dejando la parte superior de su cuerpo completamente expuesta...

Jaejoong se mordió el labio inferior con anticipación, esperando volver a sentir las caricias de Changmin contra su piel, su boca arrastrándose por su cuerpo... Y no tuvo que esperar mucho. Su dongsaeng volvió a pegarse completamente a él, posando sus manos directamente en su cintura y sus labios contra la piel más que sensible de su cuello... y en una caricia ascendente, completamente abrasadora, alcanzó sus pezones y frotó sus dedos sobre ellos...

Jaejoong cerró los ojos, apretándolos fuertemente, y abrió la boca para soltar un gemido completamente ronco. Señor, ¿en verdad había hecho eso cientos de veces en el pasado? No podía recordar las pobres sensaciones que le habían deparado todos sus demás amantes, porque lo que Changmin estaba haciendo con su cuerpo era absolutamente devastador... Y eso que todavía quedaba mucho más...

El sólo pensamiento de lo que estaba por venir lo encendió por completo. Movió su cadera contra Changmin una vez más, y otra, mientras sentía a través de la tela del pantalón cómo su miembro no era el único excitado... Y ese conocimiento provocó en él el instantáneo deseo de oír a Changmin gemir como él, de sentirlo tan perdido, tan abandonado a las sensaciones como él mismo se sentía...

Se movió contra él, una y otra vez, mientras sus manos descendían hasta abarcar las nalgas de Changmin y apretarlo contra él... Y sus deseos fueron concedidos cuando escuchó la voz gutural de Changmin gemir contra su cuello, y cuando sintió los dedos de su dongsaeng apretarse con más fuerza contra su piel...

En un brusco movimiento, Changmin se apartó de él, pero no fue muy lejos. Jaejoong abrió los ojos para ver cómo su compañero se libraba del jersey y la camiseta que todavía llevaba puestos, dejando al descubierto esos músculos marcados que tanto había deseado acariciar... Y luego lo cogió por el brazo, tirando de él para conducirlos a ambos a su propia cama.

No fue precisamente suave cuando lo empujó contra el colchón, pero a Jaejoong le daba completamente igual. Todo lo que quería era enterrar sus manos en ese cuerpo y sentirlo, realmente sentirlo contra él, dentro de él...

Se mordió el labio inferior mientras Changmin se sentaba a horcajadas sobre sus piernas, mirándolo de una forma tan íntima, tan pasional, que volvió a estremecerse por completo. Nunca había visto esa mirada en los ojos de su dongsaeng, una mirada que le indicaba claramente que no pensaba detenerse, que no podía hacerlo... Y luego se recostó sobre él y volvió a unir sus labios con los suyos, mezclando sus lenguas de un modo tan urgente que hizo que ambos se olvidasen de respirar...

Mas sus manos no perdieron el tiempo. En un diestro movimiento desabrochó el pantalón de Jaejoong y coló su mano más allá de la ropa interior, hasta rodear su erección.

Jaejoong arqueó la espalda, pegándose a Changmin, mientras gemía contra la boca de su dongsaeng. ¡Joder! ¿Cómo podía ser tan bueno? ¿Cómo podía sentirse tan bien? Había hecho eso en incontables ocasiones, tanto solo como acompañado, pero la sensación de que fuese precisamente Changmin quien lo hiciese la volvía una experiencia irrepetible. Su dongsaeng no dudaba, y movía con firmeza la mano sobre su miembro, con una destreza que sólo un hombre acostumbrado a tocarse a sí mismo podía adquirir.

Volvió a gemir, una y otra vez, mientras Changmin atormentaba su cuello y su miembro a la vez. Dios, se sentía tan, tan bien... Demasiado bien. Si seguía así...

—Changmin... —gimió en advertencia, volviendo a morderse después el labio inferior, incapaz de pronunciar nada más.

Su dongsaeng entendió perfectamente sin necesidad de ninguna otra palabra. Separó su mano del miembro de Jaejoong y se irguió nuevamente hasta quedar sentado sobre él. Sus ojos estaban completamente oscurecidos por el deseo, y había tanta necesidad en ellos que Jaejoong no se lo pensó dos veces: se sentó también sobre la cama y, aprovechando su posición, desabrochó los pantalones de Changmin y bajó su ropa interior todo lo que la posición le permitía.

El miembro de su dongsaeng quedó por fin a la vista, completamente erecto, con el glande húmedo por el líquido preseminal, demasiado tentador, demasiado perfecto... Y Jaejoong no pudo contenerse. Se inclinó, arqueando la espalda, y lo tomó con su boca, sujetando la base de su pene con la mano izquierda...

Changmin gimió con fuerza, probablemente sorprendido por su repentina acción, y clavó los dedos sobre sus hombros, con tanta presión que Jaejoong sintió que le crujían los huesos. Pero en ese momento nada más importaba que seguir acariciando el miembro de su dongsaeng, que seguir escuchando esos sonidos que escapaban de sus labios y que eran capaces de hacer que su piel se estremeciera por completo...

Jaejoong resiguió con su lengua las marcadas venas del miembro de Changmin, acariciando y succionando a partes iguales, y luego volvió a metérselo en la boca, rodeando el pene con sus labios y acompañando la caricia con su mano izquierda...

Sintió como Changmin se estremecía, y un instante después fue apartado bruscamente del miembro de su dongsaeng, quien tiró de él hacia arriba y giró su cabeza para besarlo en la boca de manera salvaje, totalmente desesperada...

No había ni el más mínimo ápice de ternura en su beso, mucho menos de suavidad. Era urgente y necesitado, exigente y al mismo tiempo completamente entregado... Jaejoong gimió, y el sonido se hizo eco en los labios de su dongsaeng, que gimió a su vez...

Dios, no podía esperar más, quería, necesitaba sentirlo dentro de él...

Changmin pareció leer sus pensamientos. Se apartó de él, poniéndose de pie, y se quitó de un solo tirón pantalones y calzoncillos, mientras Jaejoong hacía lo propio. Y antes siquiera de que su dongsaeng pudiese regresar a la cama, se estiró hasta abrir el cajón superior de su mesilla y palpó con la mano hasta localizar un pequeño tubo de lubricante que siempre guardaba ahí.

Ante el gesto, Changmin sonrió, mientras volvía a subirse a la cama, y dijo con un tono de voz ronco y completamente sensual:

—No quiero saber por qué guardas lubricante en la mesilla...

Jaejoong sólo sonrió de forma lasciva, mientras le pasaba el pequeño tubo a su compañero. En ese momento no estaba para dar ningún tipo de explicación, y a pesar de la aparente calma en la voz de Changmin cuando había hecho ese breve comentario, sabía que él tampoco.

Su compañero se echó una pequeña cantidad de lubricante en los dedos, y los frotó un poco, tratando de entibiar la sustancia. Aun así, cuando llevó la mano a su entrada, Jaejoong se estremeció por completo debido al pequeño cambio de temperatura. Claro que no le quedó demasiado tiempo para pensar en eso, porque su dongsaeng se tumbó sobre él, aplastándolo contra el colchón, mientras tomaba su boca en asalto y uno de sus dedos comenzaba a introducirse lentamente en su trasero.

La sensación siempre era incómoda al principio, pero Changmin parecía ser muy bueno ayudándole a olvidarse de ello. Su lengua se restregaba contra la propia, mientras sus dedos se iban abriendo camino en su interior, y cuando se irguió, rompiendo el beso, su mano libre volvió a rodear su erección en una caricia que lo volvió completamente loco...

El doble tormento era enloquecedor; los dedos de Changmin se introducían en su interior con una lentitud exasperante, mientras su mano derecha acariciaba su miembro con una cadencia abrasadora...

Jaejoong arqueó la espalda, tratando de friccionar su miembro más contra la mano de Changmin, mientras gemía profunda y prolongadamente. ¡Por todos los infiernos! Sentía que podría explotar en cualquier momento, que no era más que una masa de pedazos pobremente unidos que en cualquier momento se desintegrarían por completo...

Se mordió el labio inferior, tratando de acallar los gemidos, pero era absolutamente imposible. No quería averiguar cómo Changmin era tan diestro haciendo estas cosas, pero juraba por cualquier deidad que anduviese cerca que estaba profundamente agradecido por ello...

—¡Joder Changmin! —exclamó, cerrando los ojos fuertemente y echando la cabeza hacia atrás —. ¡Hazlo de una puta vez!

Al contrario que en sus sueños, su dongsaeng no se hizo de rogar, probablemente porque tenía tanta necesidad como él de sentirlo, de unir sus cuerpos y fundirse en uno... Apartó los dedos de su trasero y se situó sobre él, colocando su miembro contra su entrada, donde segundos antes había estado su mano...

Y al instante siguiente lo penetró, mucho más lento de lo que Jaejoong hubiese necesitado...

Ambos gimieron ante la sensación, y sus respiraciones se volvieron aún más erráticas, más desesperadas... Changmin apretó los ojos, intentando a todas luces quedarse quieto para darle tiempo a adaptarse, pero Jaejoong no lo necesitaba. Dolía, sí, pero estaba acostumbrado a ese tipo de dolor, y la necesidad era mucho más apremiante en ese momento. Movió su cadera, intentando urgirlo a que se moviera, a que comenzase a embestir contra él como quería, como necesitaba...

Como ambos necesitaban...

No tuvo que esforzarse mucho. Evidentemente Changmin estaba más allá de toda capacidad de raciocinio, y era su cuerpo quien tenía el control, quien demandaba ser saciado, quien urgía de necesidad... Casi como el propio. Jaejoong levantó sus caderas, tratando de frotar su miembro contra el cuerpo de su dongsaeng, y cuando lo consiguió gimió fuertemente...

Repitió el movimiento, una y otra vez, mientras sentía como Changmin embestía contra su próstata, volviéndolo completa y totalmente loco... Gimió, más y más fuerte, clavando sus dedos en la piel de Changmin, ni siquiera sabía exactamente en qué parte de su cuerpo... No podía pensar, sólo sentir y gritar con desesperación, con puro y completo anhelo...

Se mordió el labio inferior con fuerza y arqueó la espalda, echando la cabeza hacia atrás. ¡¡Dios, iba a correrse!! Sólo un poco más, más fuerte, más hondo...

Su cuerpo se tensó por completo un momento antes de alcanzar el clímax y derramarse con brutalidad contra el abdomen de Changmin, gimiendo tan fuerte que probablemente se quedaría ronco. Y entonces sintió cómo su dongsaeng aceleraba aún más el ritmo, de forma frenética, hasta que el más sensual de los sonidos escapó de sus labios mientras sentía cómo se corría con fuerza en su interior...

Changmin se dejó caer sobre él, completamente agotado, y Jaejoong luchó por intentar seguir respirando bajo el peso muerto de su dongsaeng. Aunque tampoco es que le importase mucho. Si se daba el caso moriría completamente saciado y feliz de haber podido disfrutar de esa experiencia con su compañero.

Finalmente este se apartó, rodando sobre la cama, y quedó acostado a su lado, respirando todavía más que agitadamente.

—Espero que eso te haya dejado las cosas meridianamente claras —dijo Changmin, en apenas un susurro.

Jaejoong se rió ante el comentario, y se giró hacia él para golpearlo en el pecho con su mano derecha. ¿Es que ni siquiera después de acostarse con él iba a dejar de ser un completo descarado? Claro que, si fuese así, no sería su Changmin.

—No sé —respondió, aprovechando la mano que todavía estaba sobre el pecho de su dongsaeng para acariciarlo—. Quizás necesite una o dos aclaraciones al respecto... Ya sabes que me cuesta entender las cosas a la primera.

Esa vez fue Changmin quien rió, apoyándose sobre el codo derecho para poder mirarlo a la cara. Y un instante después se inclinó hacia él para volver a besarlo, esta vez con toda la calma y la suavidad que no habían tenido sus anteriores besos.

Era mucho, mucho mejor que en sus sueños, definitivamente... Y lo mejor era que no iba a tener que ampararse en estos nunca más para poder disfrutar plenamente de Changmin.