Tema: 3. Reglas
Rating: G
Palabras: 425
Resumen: DBSK acaba de llegar a Japón, sin conocer el idioma ni el país.
Disclaimer: La última vez que miré seguían sin pertenecerme. Y sí, esto sigue siendo ficción.
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3. Reglas
No está permitido. Ambos lo saben, pero les da igual, aun por diferentes motivos. O quizás por el mismo, porque en el fondo, muy en el fondo, se parecen. Pero saber que está prohibido no es más que un aliciente, algo que desafiar en ese mundo de reglas estrictas e idioma extraño.
A Changmin le cuesta más decidirse. Es más cauto, o simplemente menos impulsivo. Pero cuando toma una decisión nada puede echarlo atrás, especialmente si esta concierne a su soulfighter.
Con Jaejoong siempre es más fácil. Es tenaz y determinado, o tal vez sólo ignorante, y nunca le preocupan las consecuencias de sus actos. Está acostumbrado a lidiar con ellas. Y si encuentra alguien que secunde sus planes nada se puede hacer para persuadirlo de lo contrario.
Juntos son una fuerza imparable que ninguno de sus compañeros se atreve a interceptar. No cuando todos se han visto involucrados en alguna ocasión y saben el desastre que generan. Yoochun se limita a disfrutar del espectáculo, de lejos, mientras Junsu los ignora. Y Yunho los fulmina con la mirada y niega con la cabeza, a sabiendas de que maquinan algo, pero no pregunta. La ignorancia es un país tranquilo al que le gusta escaparse en momentos así.
Cuando el manager los manda a dormir ambos salen disparados hacia sus respectivas habitaciones, obedientes. En Changmin no es del todo extraño, pero en Jaejoong resulta tan inusual que todas las miradas se clavan en él. Pero no le importa. Sólo sonríe ante la perspectiva de una noche inolvidable, y el resto... el resto no importa.
No es hasta varias horas más tarde que vuelven a encontrase, en ese mismo salón, iluminados sólo por la luz de las farolas y de la luna. Ambos se miran y sonríen nerviosos, y observan a su alrededor, atentos a cualquier ruido, pero la casa entera duerme. La noche es sólo de los dos y el alba queda aún muy lejana.
Alcanzar la puerta de entrada les lleva apenas un suspiro, y escabullirse al exterior es casi un juego de niños. Cuando al fin pisan la calle apenas pueden creerlo. Echan a correr, y respiran, y ríen como borrachos... Los neones los llaman a gritos y se detienen observando cada cosa distinta a su Corea natal. Y vuelven a reír y reír y reír sin más.
No les preocupan las consecuencias, ni lo que pueda ocurrir mañana. Porque por una noche el mundo es suyo para gastar todo lo que puedan de esa libertad robada.
Tema: 4. Café
Rating: PG-13
Palabras: 415
Resumen: Una mañana cualquiera en DBSK!house.
Disclaimer: No he podido todavía secuestrar a ninguno, así que no me pertenecen. Y como no los conozco todo lo que puedo contar de ellos es pura ficción.
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4. Café
Coge la taza con las dos manos, siempre con las dos, el asa hacia afuera. La acerca a su rostro, despacio, y deja que el humo le lleve el aroma a café recién hecho, esparciéndose en oleadas de necesidad y anhelo. Lo desea, del mismo modo que un animal hambriento se siente tentado por el olor a comida, pero se contiene. Castigo y placer mezclándose, mientras sus sentidos despiertan.
Cierra los ojos e inspira profundo, el vapor colándose a través de sus poros y su olfato. Y los labios se tensan, leve y casi imperceptiblemente, en un amago de sonrisa que no llega a serlo, incontenible y genuino.
Como siempre no puede reprimir el gesto de su lengua, asomando a la comisura, ni el rastro de saliva que deja sobre esos labios, pura anticipación ante lo que, por ahora, es inalcanzable. Pero aún no es el momento. Un segundo, sólo uno más, el tiempo que tarda en volver a tragarse ese intenso y atrayente aroma, en llenarse y fundirse en él hasta ser incapaz de pensar nada más.
Es entonces, sólo entonces, cuando su boca se posa en el borde de la taza. Y bebe. Y gime ante el placer consentido. El café chocando contra sus labios dispuestos, el sabor inundando su lengua, el paladar completamente extasiado. Se aparta un instante mientras traga ese primer sorbo, y su nuez se mueve arriba y abajo, una gota olvidada pendiendo en sus labios...
La captura antes de volver a acercarse la taza. Otra vez cierra los ojos al tiempo que el café se desliza a su interior, despertando, calentando. Los tendones de su cuello se marcan al compás de cada trago, mientras la piel de su pecho desnudo se contrae.
Ya no para hasta llegar al final, hasta que la taza queda completamente vacía, apenas un surco de azúcar no disuelto en el fondo. Le gusta dulce, muy dulce, quizás para compensar. Y entonces abre los ojos y los clava directamente en él, mientras su sonrisa se vuelve completa, satisfecha y agradecida.
No se acerca, no hace falta, y Jaejoong lo prefiere así. Ese gesto es más que suficiente. Porque sólo por esa sonrisa se esmera cada mañana en preparar el café exactamente como a Changmin le gusta.
Y porque, si se acercara, descubriría la inapropiada erección que le genera cada maldito desayuno. El poder que ejerce sobre él. Algo que, su despiadado maknae, no debe conocer nunca.
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