08 marzo 2011

La venganza se sirve fría


Personajes / Pareja: Junsu, Changmin y Yoochun.
Resumen: Junsu se ha divertido a costa de Changmin. Ahora le toca a Changmin disfrutar.
Rating: NC-17
Advertencias: Universo Alternativo. Spin-off de ‘El curioso caso de Shim Changmin’.
Palabras: 2.200
Disclaimer: Me encantaría que me pagasen por escribir, y ni os cuento lo muchíiiiisimo que me gustaría que ellos-los-más-grandes fuesen míos. Pero eso solamente ocurre en mis fantasías.
Notas: Escrito por petición de Allalabeth_san, porque necesitaba saber en qué forma iba a vengarse Changmin. Y sé que este modo ha sido de su agrado xDD



La venganza se sirve fría
(Spin-off de 'El curioso caso de Shim Changmin')




Le daba escalofríos. No podía precisar por qué, ya que su actitud aparentemente era la misma, pero desde que Changmin había salido de ese camerino con Jaejoong y con Yoochun —tras, estaba seguro, una intensa y satisfactoria sesión de sexo—, Junsu se había sentido intimidado de un modo que nada tenía que ver con la envergadura física del actor. Cada vez que lo miraba, o cada vez que andaba cerca, lograba que se le pusiese el vello de punta sin ni siquiera dirigirle algo más que una mirada. O una sonrisa. Esa sonrisa que parecía gritar un “no sabes cuándo ni dónde, pero voy a vengarme por cada una de las veces que te has divertido a mi costa”.

Sólo él lo había notado o, en cualquier caso, sólo a él le afectaba. Junsu se había fijado en sus compañeros, en el resto de ayudantes, estilistas, técnicos e incluso en el director, pero ninguno parecía reaccionar de forma diferente ante Changmin, y él seguía tratándolos con la misma deferencia y cortesía de que había hecho gala en el primer momento. Todo exactamente igual... salvo con él.

No podía sentirse tranquilo. Durante semanas había tenido la constante sensación de que algo inminente iba a caer sobre él en cuanto se descuidase. Cada vez que entraba en el estudio de grabación, o cada vez que salía, Changmin estaba allí, con su sonrisa maliciosa y un saludo o una despedida. Cada vez que se giraba lo encontraba en su campo de visión, no siempre cerca, pero con la mirada innegablemente clavada en él. En cada maldita escena del rodaje, cuando el director gritaba el “corten” de rigor, sus ojos y esa sonrisa se dirigían primero a él, de forma breve, muy, muy breve, pero innegable. Y el malestar de Junsu crecía.

Por eso estaba alerta. Por eso cuidaba cada uno de sus pasos. Por eso sólo se sentía relajado cuando había alguien más. Y por eso había sido incapaz de anticipar que el golpe no vendría de él, que quien lo acorralaría en su camerino a última hora de la noche no sería Changmin, sino Yoochun.

Lo había hecho bien. Había sabido leer su debilidad por Yoochun, debilidad que él mismo le había confirmado aquella tarde cuando se burlaba de todas esas escenas de besos que le iba a tocar rodar. Y en base a eso había planeado esa venganza que tanto tiempo llevaba esperando. Junsu no había podido ver qué era lo distinto en la forma en que Yoochun lo empujó contra la silla, ni en el entusiasmo de sus besos, ni en las caricias que habían llevado sus brazos tras el respaldo de la silla, impidiéndole alcanzar su cuerpo. Sí se había dado cuenta de que algo no iba bien cuando unas manos lo ataron con fuerza, impidiéndole cualquier movimiento, y cuando Yoochun se levantó de su regazo para chocar la palma con la persona que lo había apresado.

Changmin.

Junsu lo fulminó con la mirada mientras el actor entraba en su campo de visión y se sentaba en un sillón que había cerca de la pared, frente a él. Y Yoochun siguió riéndose de esa forma irritante mientras usaba la misma cuerda para atar sus pies a las patas de la silla.

—Así que esta es tu venganza —murmuró Junsu en dirección al cabecilla de esa emboscada.

Changmin sonrió, recostándose contra el respaldo del sillón como si fuese el amo y señor de todo lo que le rodeaba.

—No exactamente —dijo, con un tono de voz satisfecho—. Atarte es sólo un medio para llevarla a cabo.

—Yo no te he hecho nada.

—No. Sólo divertirte a mi costa. Sólo reírte de esa forma escandalosa con cada dificultad que se me presentaba.

—Eso no es un delito, ¿sabes? Secuestrar a una persona sí lo es.

—Esto no es realmente un secuestro. Es... algo así como un encuentro entre amigos.

El tono en que susurró las dos últimas palabras le dijo a Junsu cuáles eran en realidad las intenciones de Changmin. Estaba disfrutando enormemente con su sumisión y probablemente querría disfrutar aún mucho más. Todas sus pullas y todas sus risas pasadas habían tenido que ver, de un modo u otro, con sexo; con los besos y las ideas que los otros dos tenían con él. Y Changmin quería una venganza perfecta, lo que en su mente se traducía en pagar sexo con sexo.

Junsu sonrió, relajándose.

—Ya veo. ¿Entonces todo se reduce a eso? ¿Vas a desnudarme? ¿Vas a hacer que pague de un modo físico mis palabras? ¿Mis risas?

—Algo así.

—No te tengo miedo.

—Ese no es mi objetivo.

—Y no voy a suplicar que me sueltes. Por muy fuerte que decidas follarme.

Changmin amplió su sonrisa ante su última afirmación y se inclinó hasta apoyar los codos sobre las rodillas. Y por su expresión, Junsu supo que sus siguientes palabras no iban a significar nada bueno para él.

—¿Sabes? No creo que eso sea una verdadera venganza.

—¿Cómo? —preguntó sorprendido.

Si ese no era su objetivo, si no era eso lo que planeaba... ¿Qué era lo que pretendía hacer con él?

La sonrisa de Changmin se volvió depredadora antes de preguntar en un sugerente susurro:

—¿Qué clase de venganza sería una que culminase con un orgasmo? No me parece un castigo aceptable. Es más, no me parece un castigo.

—¿Entonces...?

—No. Hacer que estuvieses a mi merced hasta que suplicases sería demasiado fácil. Lograr que te corrieses, como un juego de niños. El verdadero castigo será impedirte disfrutar.

Junsu entrecerró los ojos, mirándolo de forma suspicaz. ¿Impedirle disfrutar? ¿Impedirle disfrutar de qué? ¿De él? ¿Del sexo? No podía tener un ego tan enorme...

—¡Por favor! —exclamó casi sin pensar—. ¿En serio piensas que resistirse a ti es una tortura? ¿Que en este momento me estoy muriendo por saltarte encima?

Fue Yoochun quien se rió ante su comentario, mientras Changmin elevaba una ceja en su dirección. Junsu desvió la vista hacia él sólo para darse cuenta de que ya había terminado de atar ambos pies y de que ahora no podía moverse en ninguna dirección.

—Ya está bien de tanta tontería. ¡Soltadme!

—No, no, no, no —respondió Yoochun—. Mi querido Junsu, te falta imaginación. Estás atado, atrapado en un camerino a altas horas de la noche, con dos hombres que quieren de un modo u otro vengarse de ti, ¿Y lo único que se te ocurre es que te atemos para follarte o para que no nos saltes encima ante nuestra deslumbrante presencia?

Junsu frunció el entrecejo, quédandose sólo con la parte fundamental de todo lo que había dicho Yoochun.

—¿Qué demonios te he hecho yo a ti para que quieras vengarte?

—Ignorarme. Has estado demasiado pendiente de lo mal que se lo hacíamos pasar a Changmin, demasiado preocupado por su venganza, y te has olvidado de lo bien que lo pasábamos juntos tu y yo. Eso no está nada bien, Junsu...

Acompañó sus palabras de una caricia a su rostro y un beso suave sobre sus labios, y luego se separó, sonriendo del mismo modo entre divertido y voraz en que Changmin se había hecho un experto.

—Observa bien, Junsu, todo lo que te has perdido...

Yoochun le dio la espalda y se encaminó hacia Changmin hasta sentarse sobre el reposabrazos del sillón, y tras una última mirada en dirección a él —una mirada que Junsu conocía demasiado bien, y que era el preludio a gloriosas sensaciones—, se inclinó y besó al objeto de sus pesadillas.

No fue un beso suave, no cómo el que le había dado a él un segundo antes, y no fue en absoluto inocente. Junsu pudo ver incluso desde su posición cómo ambas bocas se juntaban, mezcla de labios, lenguas y saliva, mezcla de sabores y de olores. Pudo ver cómo las manos de Yoochun subían para acariciar la piel de Changmin, para atrapar su pelo y guiar su rostro en la dirección que él quería; y cómo las manos del más joven se colaban bajo la camiseta de Yoochun, más intrépidas e impacientes, demandantes...

Junsu tragó saliva mientras contemplaba cómo el beso se volvía ardiente, cómo el calor de ambos crecía al mismo tiempo que su necesidad. Se mordió el labio cuando la camiseta de Yoochun acabó en el suelo, cortesía de las ágiles manos de Changmin, y cuando la lengua de este se enredó en la piel de su pecho. Apretó los dientes cuando Yoochun le devolvió el favor, desabotonando su camisa y bajando hacia su abultado pantalón, suspiros y jadeos mezclándose en el aire. Y ahogó un gemido cuando la erección de Changmin quedó a la vista y Yoochun, con una sonrisa depredadora la devoró por completo de una forma que Junsu conocía muy bien...

Junsu empujó inconscientemente su cadera y gimió, ahora en alto, cuando todo lo que logró fue que su propia erección quedase aún más apretada contra la tela de sus pantalones.

Y lo entendió. Iban a hacerlo. Iban a follar frente a él, iban a hacerle contemplar cómo disfrutaban uno del otro, cómo se excitaban y cómo terminaban corriéndose con fuerza... Sin dejarle participar. Sin dejar que los tocase. Sin permitir que él mismo se tocase... Sólo viendo y escuchando su urgencia y necesidad, sólo sintiendo su calor... El de ellos y el propio mezclándose cómo no iban a hacerlo sus cuerpos...

Volvió a gemir, de pura frustración, justo en el instante en que lo hacía Changmin. Y el sonido de sus voces unidas lo excitó todavía más al recordarle lo que podría estar disfrutando, al hacerle imaginar que era él quien estimulaba el cuerpo de Changmin mientras Yoochun lo penetraba de ese modo rítmico e irregular con que lo volvía loco.

Junsu sacudió la cabeza, intentando apartar esos pensamientos, y cerró los ojos en un vano intento por alejarse de lo que estaba teniendo lugar frente a él. Fue peor. No podía tapar sus oídos para impedir que sus voces llegasen hasta él, para dejar de escuchar susurros, suspiros y gemidos que estimulaban su mente y su cuerpo a la par. No pudo evitar oír ese gemido ronco y ahogado de Yoochun que sólo podía significar que Changmin estaba dentro de él, penetrándolo hasta alcanzar ese punto que lo dejaba a merced de sus sensaciones...

Ya no era capaz de controlar su propio cuerpo. Junsu se sacudía inconscientemente contra la silla, necesitado, pero no hallaba ningún placer en el movimiento. Nadie lo acariciaba, nadie lo rozaba, nadie lo tocaba...

Gimió y abrió los ojos justo en el instante en que Yoochun se corría frente a él con un grito desgarrado y sensual. Ni siquiera se había sentado de cara a Changmin, sino que le daba la espalda, mostrándole a Junsu todos y cada uno de los espasmos que sacudieron su cuerpo, el modo en que la mano de Changmin lo masturbaba firmemente hasta la última sacudida...

Y vio, incapaz de apartar la mirada, cómo este se detenía un instante después para morder con fuerza el hombro de Yoochun y gritar su orgasmo contra su piel de un modo que hizo que Junsu desease sentirlo dentro también, sentir su miembro vaciarse firmemente en él...

Cerró los ojos y gimió, tan cerca del clímax que casi podía acariciarlo... pero lo suficientemente lejos como para permanecer inalcanzable.

—Creo que ha entendido la lección —dijo Yoochun desde el sofá, todavía sentado sobre Changmin.

—¿Tu crees?

—Yo diría que sí. No hay más que ver lo prominente de sus... atributos.

—Genial.

Junsu abrió los ojos al mismo tiempo que Yoochun se levantaba, y vio, todavía demasiado obnuvilado en su propio placer, cómo ambos comenzaban a vestirse. Al menos parecía que su tormento había acabado. Todo lo que necesitaba era que le soltasen una mano, le daba igual cuál, para poder desahogarse él mismo, para poder acariciarse y terminar como segundos antes habían hecho Yoochun y Changmin...

Pero ellos parecían tener otros planes. Junsu abrió los ojos como platos cuando vio salir a Yoochun del camerino, todavía con esa sonrisa satisfecha en la cara, y su sorpresa se volvió terror cuando se dio cuenta de que Changmin planeaba hacer lo mismo.

—¿Vas a dejarme así? —gritó con voz estrangulada por la excitación y el miedo—. ¿Me vais a dejar aquí en este estado?

Changmin se volvió hacia él y sonrió, de ese modo siniestro que le ponía los pelos de punta. Y luego se acercó hasta quedar a sólo un palmo de su cara antes de decir:

—Sí, Junsu. Te dije que lograría mi objetivo. Ahora estás demasiado excitado, demasiado caliente, harías cosas que no debes... Esperaremos a que te enfríes un poco para soltarte...

—No puedes hablar en serio... Changmin, ¡¡¡CHANGMIN!!! —gritó mientras se alejaba.

Se giró cuando llegó a la puerta para agarrar el pomo, y con una última mirada y su deslumbrante sonrisa, agregó:

—No volverás a olvidar, Junsu, que la venganza se sirve fría.

28 febrero 2011

Causa y consecuencia


Personajes / pareja: Changmin, Yunho y Jaejoong.
Resumen: Yunho y Jaejoong han sobrepasado su propio límite y es hora de que empiecen a pagar.
Rating: PG-13
Palabras: 2.627
Disclaimer: ¿De verdad aún no ha quedado claro que no me pertenecen? Y sí, siguen sin pagarme por escribir estas cosas, lo hago por puro amor al arte y a ellos.
Notas: Fic creado para el primer intercambio ‘Una imagen un fanfic’', en este caso con una imagen de Allalabeth_san


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Causa y consecuencia





Un intenso golpe contra la pared, justo donde estaba ubicado su escritorio, desconcentró a Changmin por enésima vez. Frustrado, cerró los ojos con fuerza y se masajeó las sienes en un vano intento por calmarse y no salir corriendo de esa habitación, hecho una furia, para matar a sus hyungs. Y no era que no se lo mereciesen. Pero estaba convencido de que alguna ley tenía que prohibir el asesinato, por justificado que este fuese. O al menos eso era lo que le dictaba la lógica, porque a esas alturas ya no estaba seguro de nada.

Dos días. Le quedaban dos míseros días para preparar de forma decente sus exámenes, y todo lo que sus hyungs eran capaces de hacer era ponerse a follar como conejos por todas las esquinas de la casa. Y no precisamente de un modo silencioso, o procurando no molestarlo, no. Lo hacían del modo más escandaloso posible, golpeándose contra cualquier superficie de modo que uno terminaba preguntándose si estaban teniendo sexo o se estaban matando. Y fuese cual fuese la respuesta, ninguna ayudaba a que su mente se centrase en los números y las complicadas fórmulas que se supone que tenía que estar memorizando.

Al menos Yoochun y Junsu habían tenido la decencia de irse a un hotel aprovechando esos dos días libres, pero Yunho y Jaejoong...

Otro golpe contra la pared, seguido de un agudo gemido, hicieron que Changmin gruñese y clavase una mirada asesina en el muro que los separaba. ¿No había sido suficiente infierno tener que aguantar lo obsesivamente protector que era Yunho? ¿No llegaba con que no se quejase demasiado ante los excesivos cuidados de Jaejoong? O lo que era peor, ¿No era suficiente castigo tener que estar en medio de esos dos en cada maldita actuación o entrevista? Aguantar sus carantoñas, sus miradas, sus estúpidas sonrisas cómplices como si él no estuviese ahí...

Infierno se quedaba corto.

Vivir con dos parejas prácticamente casadas tenía sus inconvenientes y, en cierto modo estaba acostumbrado a ellos. ¿Pero tenían que joderlo a él también de esa manera? No se quejaría si fuese del modo divertido, del que hacían gala sus hyungs en la habitación de al lado, pero a él nunca lo incluían en sus sesiones de sexo intensivo. ‘Demasiado joven’ decían, ‘demasiado inocente’... ¡Pero no lo suficientemente inocente como para que confiasen en que iba a estudiar si le dejaban el portátil al lado! Porque era él quien se había llevado la fama de obseso del porno, pero era Jaejoong quien tenía en su portátil la mayor videoteca de películas porno que uno pudiese imaginar. Videoteca que completaba el ordenador de Yoochun...

Un gemido ronco y profundo, con el nombre de Yunho en él, hizo que la paciencia de Changmin se terminase por completo. Si realmente querían que estudiase, esa no era la forma. Porque no sabía si reventaría antes de frustración o de pura y salvaje excitación sexual.

Se levantó bruscamente, tratando de no pensar en la erección que marcaban sus pantalones de pijama, y salió de la habitación con toda la intención de echar abajo la puerta de al lado. Pero no hizo falta. Porque la jodida puerta estaba entreabierta dejando salir con mayor claridad todos y cada uno de los gemidos de sus hyungs y mostrando una imagen que, en cualquier otro momento le hubiese parecido excitante, pero que dadas las circunstancias actuales no hizo más incrementar su enfado.

Empujó la puerta con fuerza, asegurándose de que se golpeara contra la pared, y gritó:

—¡PARAD DE UNA PUTA VEZ! ¡SI NO SABÉIS SER SILENCIOSOS IROS A UN JODIDO HOTEL COMO HAN HECHO LOS OTROS!

La cara de consternación de ambos debería haber sido suficiente para calmarlo un poco, sobre todo unido a sus pobres esfuerzos por ocultar dónde estaba enterrada la polla de Yunho. Pero estaba tan cabreado que ni siquiera sintió un ápice de perversa satisfacción por haberlos interrumpido. Todo lo que quería era silencio y alejarse de esos dos animales en celo de una buena vez. Así que sin esperar respuesta volvió a su habitación, cogió el cuaderno y los libros que pretendía estudiar esa noche y se fue al cuarto más alejado —el de trabajo de Jaejoong y Yoochun— para encerrarse por dentro en él. Si volvían a hacer ruido pondría la música a todo volumen. Seguro que era más fácil estudiar así que oyendo a sus malditos hyungs disfrutar uno del otro...

Se vengaría.

Puede que no en ese momento, porque tenía demasiado que estudiar y poco tiempo para hacerlo. Pero Shim Changmin no olvidaba fácilmente. Y todo ese tormento iban a pagarlo de un modo u otro en cuanto se librase de todos esos exámenes...


—~o0o~—



Menos mal que siempre podría contar con lo predecible que era Yunho, al menos en lo realmente importante. Porque si la cosa dependiera de Jaejoong probablemente hubiese tenido que poner la casa patas arriba para encontrar lo que andaba buscando, pero tratándose de Yunho eso sólo podía estar en el cuarto que compartía con Junsu y con Changmin. Y sólo había un lugar de fácil acceso para Yunho y que ni Junsu ni él se atrevían a tocar: su armario. Porque solía ser un completo caos en el que sólo el líder era capaz de ubicarse. Más o menos.

Una vez fijado su objetivo, localizar el pequeño tubo de lubricante fue realmente fácil. Y sustituirlo por pasta de dientes un juego de niños.

Sabía que sus hyungs habían tenido que llevar a cabo un montón de complicadas estratagemas para hacerse con ese tubo en particular sin que se enterasen los managers y sin que la noticia saliese en todos los portales de internet que hablaban de DBSK. Nunca sabías dónde te podías encontrar una fan, ni la rapidez que tendría para sacar su móvil y hacer una foto que te comprometiese para siempre. Al final habían tenido que recurrir a una de las hermanas de Jaejoong, la más joven, que se lo había traído a casa una noche medio mortificada, medio muerta de risa. Y sus hyungs le habían sacado provecho más que suficiente hasta ese momento...

Changmin cerró el armario, sonriendo perversamente, mientras imaginaba la siguiente ocasión en que sus compañeros decidiesen tener sexo en ese apartamento. Incluso le hubiese gustado tener una cámara para poder grabar el momento para la posteridad, porque el instante en que descubriesen que su suave e incoloro lubricante se había convertido en espesa pasta de dientes de color verde iba a ser ‘genial’.

Sólo esperaba que sus hyungs no fuesen tan imaginativos como los actores de las películas porno. Porque a juzgar por las extrañas sustancias que usaban a veces como lubricante, un pasta de dientes no supondría ningún impedimento...


—~o0o~—



—¿¡Dónde está!?

La voz de Jaejoong gritó justo en su oído al mismo tiempo que lo zarandeaba bruscamente para despertarlo. Changmin apenas entreabrió un ojo y lo miró de forma furiosa antes de taparse completamente la cabeza con las mantas.

—¡Déjalo! —dijo Yunho desde la puerta, en un tono de voz mucho más calmado—. Tal vez yo lo cambié de sitio sin darme cuenta y él no tiene nada que ver.

—Ni hablar. Esto apesta a Shim Changmin por todas partes. ¿No recuerdas lo furioso que estaba? Y de repente, después de dos días, apareció calmado a cenar y con cara de estar muy satisfecho consigo mismo. ¡Ha sido él!

Su hyung volvió a acompañar la frase con otro zarandeo y un tirón de mantas que, de no haber estado prevenido, se hubiese llevado por completo las cobijas de Changmin.

—¿Queréis callaos? —los interrumpió con voz adormilada, todavía sujetando las mantas por encima de su cabeza—. Apuesto a que no son ni las seis de la mañana, no es hora de andar por ahí dando gritos. ¡Iros a dormir!

—¡TE VAS A HARTAR DE MIS GRITOS SI NO NOS DEVUELVES EL PUÑETERO LUBRICANTE!

Changmin sonrió perversamente bajo las mantas, absolutamente complacido. No había esperado que su plan fuese a dar frutos tan pronto pero no había contado con las hormonas revolucionadas de sus hyungs, quienes al parecer no podían mantenerse alejados uno del otro. Y lo cierto es que, a esas alturas, ya nada debería sorprenderle.

Bajó las mantas hasta el cuello para volver a tenerlos a la vista y frunció el entrecejo, poniendo su mejor cara de contrariedad.

—¿Lubricante? ¿Para qué quieres lubricante a las seis de la mañana?

Jaejoong se quedó mirándolo durante unos segundos, con el ceño todavía fruncido, y luego giró la vista hacia Yunho claramente en busca de ayuda. Y al ver su perfil recortado contra la luz que se colaba a través de la puerta abierta, Changmin se dio cuenta de dónde estaba el problema. Seguramente alguno de sus hyungs se había despertado con la típica erección matinal y había buscado al otro para solucionar el asunto. Y una vez puestos a ello habían notado la falta del pequeño pero esencial tubo de lubricante. O bueno, su transformación misteriosa en pasta de dientes...

Changmin sonrió, imaginándose la escena, justo en el instante en que Jaejoong volvía a girarse hacia él, toda perplejidad olvidada.

—¡Esa no es la cuestión aquí! ¡Lo que importa es lo que has hecho con NUESTRO PRODUCTO!

Changmin amplió su sonrisa maquiavélica y se sentó sobre la cama antes de responder tranquilamente:

—No sé de qué me hablas.

—¡Serás cabrón!

—¡Jaejoong! —lo interrumpió Yunho desde la puerta antes de que pudiese golpearlo, como evidentemente había sido su intención—. Ya está bien. Los dos —se adentró por fin en la habitación y miró a Changmin fijamente—. Ya basta de juegos. ¿Por qué has hecho esto, Changmin?

Changmin borró la sonrisa de su cara ante la presencia y el tono del líder. No era lo mismo enfrentarse a un Jaejoong furioso que hacerlo con Yunho, sobre todo cuando ponía ese tono de voz que hacía que se sintiera pequeño e infantil frente a él. Y que no hacía más que recordarle que era así precisamente como lo veía el líder, como alguien demasiado joven para según qué cosas...

Bajó la vista hacia los pies de su propia cama, intentando encontrar una respuesta que no sonase ridícula.

—¡Es evidente por qué lo ha hecho! —respondió Jaejoong por él, volviendo a elevar el tono de voz—. Le molestaba el ruido que hacíamos y quiso zanjar el problema de raíz, a su maldito modo por supuesto.

—¿Tu te llamas Changmin? —preguntó Yunho, elevando ambas cejas en un gesto de completa incredulidad.

Funcionó. La réplica dejó a Jaejoong en silencio y volvió a centrar la atención en él. Y Changmin deseó durante uno o dos segundos, bajo las atentas y furiosas miradas de sus hyungs, no haber cedido a su infantil deseo de venganza. Pero sólo duró un instante, lo que tardó en volver a alzar la vista hacia ellos y darse cuenta de que, si cedía, las cosas seguirían exactamente igual, y él no quería eso. No si no iban a incluirlo a él también...

—Sí, estoy harto, hasta los mismísimos huevos, pero no es precisamente el ruido lo que me molesta —dijo, frunciendo el ceño y elevando el tono de voz como segundos antes había hecho Jaejoong—. Lo que me molesta, lo que me jode, es que me dejéis al margen. Que os escudéis en que soy demasiado joven o en quien sabe que mierdas más para excluirme siempre...

Ninguno de los dos esperaba esa respuesta, y menos de una forma tan vehemente como le había salido. Tanto Yunho como Jaejoong abrieron los ojos con sorpresa y los clavaron en él, casi como preguntándose si habrían oído bien. Y Changmin no pudo evitar agregar en voz apenas audible:

—Si no queréis hacerlo conmigo no tenéis que buscar excusas...

El cambio fue instantáneo. Jaejoong, que hasta ese momento lo había mirado con más furia que otra cosa, se mordió el labio inferior intentando ocultar una sonrisa, mientras Yunho, todavía serio, había bajado la mirada de su rostro hacia la porción de torso desnudo que sobresalía por encima de las mantas. Y su mirada fue tan abrasadora que hizo que la piel de Changmin se erizara.

—No —fue todo lo que dijo el líder, con los ojos perdidos todavía muy por debajo de su rostro.

—Sí —replicó Jaejoong, como si estuviesen manteniendo una conversación paralela.

No tuvo tiempo de preguntar a qué se referían, o qué estaban debatiendo en realidad, porque al instante siguiente Jaejoong se sentó sobre la cama y, apoyando una mano sobre su nuca, lo besó. Y lo siguiente de lo que fue consciente Changmin fue del suspiro resignado que escapó de los labios de Yunho antes de sentarse en la cama, junto a Jaejoong, y apoyar la mano sobre una de sus piernas.

Había un millar de preguntas que le hubiese gustado hacer, como por qué era tan fácil convencerlos ahora cuando siempre se habían mostrado tan tajantes, o por qué había tenido que llegar al extremo de quitarles algo que necesitaban para que le hiciesen caso, pero sabiamente decidió callarse. No era el momento, no cuando los labios de Jaejoong estaban sobre los suyos, demandando mucho más que unos besos, ni cuando las manos de Yunho bajaban las sábanas lentamente en una promesa de caricias enloquecedoras.

Y Changmin se hubiese perdido por completo en todo ese mar de sensaciones si la voz ronca y somnolienta de Junsu no lo hubiera interrumpido:

—Me voy con Yoochun —dijo, levantándose de la cama más alejada y arrastrando la almohada tras él en una imagen completamente cómica—. A ver si por lo menos con Chunnie puedo dormir algo...

Y dando un sonoro bostezo abandonó la habitación cerrando la puerta tras él.

Yunho, Jaejoong y Changmin se quedaron completamente quietos durante un instante, desconcertados, mirando a la puerta como idiotas. Y al instante siguiente los tres rompieron a reír a la vez. Porque cada uno de ellos había estado tan concentrado en su propio mundo, en sus propios reclamos, que no se habían acordado de que Junsu compartía habitación con ellos.

—Quizás debería... —comenzó Yunho, haciendo ademán de levantarse para ir tras él.

—Ni se te ocurra —lo interrumpió Jaejoong, poniendo la mano sobre su muslo para impedirle el gesto.

—Pero...

—No. Ya hemos aplazado esto bastante, Yunho, demasiado. Acabemos de una vez aquí y ahora...

Changmin asintió enérgicamente, mirando también al líder. Él sí que había esperado demasiado tiempo, mucho más del que cualquier adolescente debería verse obligado a esperar. Y no iba a dejar que los reparos de Yunho volviesen a ser un impedimento.

No cuando, por primera vez en mucho, mucho tiempo, Jaejoong y él estaban de acuerdo.